Un grupo de activistas contra la caza furtiva reunieron a varios periodistas en una reserva a las afueras de Johannesburgo, Sudáfrica, para que presenciaran una práctica común para rastrear y proteger a los rinocerontes.
Se trata de colocar un tinte en el cuerno del animal, pero el procedimiento de rutina no terminó exitosamente; se les pasó la mano con el sedante y a la hora de despertarlo, el animal no respondió.
Lo más terrible es que anteriormente lo habían practicado en 20 rinocerontes y nunca se les había muerto uno.
Los veterinarios están afligidos por el deceso del ejemplar de 20 años, ya que siempre existe un margen de error al momento de aplicar los tranquilizantes, lamentablemente a este rino le tocó.