Por Carlos Brown Solà

Quedan menos de cinco semanas para que se realicen las elecciones a gobernador(a) del Estado de México, el más poblado del país y, a estas alturas, debes estar harta de ver spots y espectaculares donde te prometen, como cada seis años, todo lo que harán para mejorar tu calidad de vida: subsidios a un transporte cuya calidad deja mucho que desear, más hospitales y universidades que se vuelven cascarones huecos sin la capacidad para atender a tantas personas, y las mismas acciones de siempre para que, según ellos, te sientas segura en la calle. Lo mismo, una y otra vez.

Alfredo del Mazo Maza, candidato de la alianza PRI-PVEM-PANAL-PES, busca mantener el bastión estatal más importante del país donde no ha habido alternancia en el poder desde 1925. Frente a él se encuentran Josefina Vázquez Mota, del PAN, y Delfina Gómez Álvarez, de MORENA. De las tres personas con mayores posibilidades de ganar la elección –enfrentémoslo, Zepeda (PRD) no las tiene– sólo uno de ellos es hombre, en un estado azotado por la violencia contra las mujeres y los feminicidios –263 de ellos sólo en el año 2016, según el Observatorio Ciudadano MexFem.

Propuestas “rosa” y las acciones afirmativas

Por esto, una estrategia central de Del Mazo ha sido mostrarse durante la elección como “el candidato de las mujeres” y varias de sus propuestas están enfocadas en hacerle ver como tal. Para ello, utiliza el adjetivo “rosa” como identificador de estrategias centradas en las mujeres (porque el rosa es para las niñas, el azul para los niños, y así continuamos con la perpetuación de los estereotipos de género desde el gobierno), como la “Universidad Rosa” donde se darán cursos enfocados en las mujeres, o el “transporte rosa” –ya utilizado en la Ciudad de México y otros lugares del país– para ofrecer un servicio de transporte público exclusivo para las mujeres.

Estas políticas, conocidas como “acciones afirmativas”, han mostrado buenos resultados en México y alrededor del mundo en el corto plazo –para lo que están diseñadas– al enfocarse en grupos vulnerables y muchas veces minoritarios (nótese que las mujeres son mayoría en nuestro país, pero su situación social es cada vez más precaria). Es el caso de las secciones exclusivas para mujeres en el transporte público o las cuotas para mujeres en los puestos públicos. Sin embargo, dichas acciones –necesarias por la situación vulnerable y desfavorable de las mujeres en los espacios públicos y políticos– suelen tener resultados menos positivos conforme pasa el tiempo, al no estar acompañadas de estrategias pensadas para corregir los problemas estructurales que las causan.

#SalarioRosa: una buena intención que huele mal

Entre estas propuestas “rosa” destaca una que no había sido escuchada en otras campañas políticas en México. Del Mazo prometió que, de ganar, se entregará un “salario rosa” a todas las mujeres por las labores domésticas y de cuidado que realizan día a día. El monto de este salario y su periodicidad aún no han sido revelados, y dependerían de los resultados de estudios socioeconómicos que se realizarían una vez que llegue al gobierno estatal.

La iniciativa de Del Mazo atiende un problema real en México. Por años, el Estado y la sociedad mexicanas han ignorado su responsabilidad en los trabajos doméstico y de cuidados, que han recaído mayoritariamente en las mujeres: 72% de las personas que realizan trabajos de cuidados en México lo son. Además, los incentivos económicos, políticos y culturales han llevado a los hombres a tener menores responsabilidades en el hogar, a pesar de la enorme importancia económica de estas labores: se estima que estos trabajos representaron poco más de 2 de cada 10 pesos producidos en México en 2011.

Sin embargo, esta propuesta no deja de levantar sospechas, principalmente por dos motivos. En primer lugar, preocupa que no se conocen cálculos económicos y/o financieros para saber cuánto le costará al Estado de México; es decir, para verificar tanto la viabilidad de la propuesta como el posible origen de sus recursos financieros –si se pagará con lo que la federación da cada año al Estado de México, con los impuestos a nivel local, o con una mayor deuda estatal. Cuando el director editorial del periódico Reforma, René Delgado, preguntó en una entrevista al candidato Del Mazo sobre la viabilidad de esta propuesta, no pudo responder de forma adecuada y desvió la pregunta una y otra vez (se puede ver lo anterior a partir del minuto 12:50 de este video).

También preocupa que esta propuesta se pueda volver una nueva forma de utilizar los fondos de un programa social para favorecer el voto hacia cierto partido o candidato, tema que estuvo presente al inicio de esta campaña en el Estado de México. Los actuales gobiernos federal y estatal se negaron a suspender los programas sociales en la entidad, a pesar de que el Código Electoral del Estado de México prohíbe la operación de programas sociales que impliquen la entrega de materiales, alimentos u otros elementos durante los 30 días previos a la elección. Aunque es cierto que las carencias de las personas no desaparecen en esos días, la coacción del voto con la entrega de dinero, despensas o materiales de construcción, es una realidad en el Estado de México y en todo el país.

El “salario rosa” propuesto por Alfredo del Mazo atendería un problema real, pero con soluciones que levantan sospechas por la opacidad en el origen y uso de los recursos públicos. Aunque el reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados debe volverse un tema central en el debate público nacional, y no sólo en el Estado de México, existe una responsabilidad previa que se debe asumir cuanto antes: la seguridad física de las mujeres está hoy más que nunca en peligro.

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Carlos Brown Solà es internacionalista y economista.

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