Por Adrián Montemayor

Durante su cierre de precampaña, el candidato del PRI a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Mikel Arriola, declaró que, de ganar, la CDMX sería la “Ciudad de los Valores”, y que su gobierno pondría a referéndum los avances de la izquierda progresista de los últimos años, como el matrimonio y la adopción por parte de parejas del mismo sexo y la interrupción legal del embarazo.

Ser candidato del PRI en la Ciudad de México es un papel reservado para personas que están dispuestas a sobrellevar la campaña de un partido que no ha sido opción para la ciudad en 30 años. Tenemos el ejemplo de Beatriz Paredes, quien se lanzó en dos ocasiones, en la primera (2006) obtuvo el 21.59% de la votación y en 2012 el 19.7%; luego, se retiró a Brasil para fungir como Embajadora. Tal parece que así será el papel de Mikel, quien no ha logrado conectar con el electorado en lo que -se vislumbra- será una carrera de dos entre Claudia Sheinbaum y Alejandra Barrales.

La precampaña del priista fue aburrida y desangelada. Destacan apariciones con Carmen Salinas -en las que ella fue quien acaparó la atención-; notas “periodísticas” claramente compradas sobre cómo corría en Chapultepec; y la inclusión de personajes deleznables en su equipo de trabajo como Cuauhtémoc Gutiérrez, ex presidente del PRI-DF y acusado de operar un círculo de prostitución dentro del partido. Para cerrar este periodo de simulación democrática por parte de los partidos, Mikel decidió radicalizar su mensaje enviando al PRI CDMX hacia la derecha conservadora y rompiendo con la tradición liberal-progresista del propio partido en la ciudad.

La capital del país ha sido y será la punta de lanza del progresismo mexicano. Una serie de factores socioeconómicos y culturales han significado que la expansión nacional de los derechos y libertades tiene su principal impulso en la capital: las universidades, el multiculturalismo, la apertura al exterior, entre otros, son factores que han hecho de nuestra ciudad el hogar de estas ideas. Además, hemos sido el laboratorio para probar que iniciativas innovadoras como los apoyos económicos a adultos mayores o las políticas de movilidad sustentable son políticas públicas eficaces. Luego, como efecto dominó, estos experimentos se empiezan a desplegar por las demás legislaturas y administraciones  locales del país, que ven a la Asamblea chilanga como ejemplo de reglamentación.

Mikel Arriola, precandidato del PRI al gobierno de la CDMX

Mikel, en un esfuerzo por atraer los reflectores y socavar el voto desencantado con el PAN, ha hecho de su estrategia moverse hacia la derecha en estos temas “controversiales” (que, en realidad no lo son, pues han sido legislados hace años, tienen el respaldo de la Suprema Corte y no han tenido ningún efecto negativo detectable en nuestras comunidades). Rompiendo incluso con la tradición liberal del PRI local, que aunque tibio, ha cooperado para avanzar estos mismos temas en legislaturas pasadas.

La CDMX no puede poner a referéndum los derechos y libertades que, gracias al trabajo y la lucha de tantos grupos, han sido reconocidos por el Estado. Eso sería una acción verdaderamente peligrosa y radical, que pondría a sus promotores en el mismo nivel que la derecha reacia estadounidense: esa misma que eligió a Donald Trump y que hoy agrede los derechos y libertades de los grupos minoritarios en aquel país y en el extranjero a través del recorte de la ayuda internacional.

Esta estrategia electoral marca un retroceso -que no le será redituable- y una distracción. Nuestras próximas autoridades locales tienen una infinidad de temas que deben trabajarse con urgencia. Entre ellos se encuentran (sin afán de hacer una lista exhaustiva): 1) garantizar los derechos ya contenidos en la Constitución de la ciudad, y que hoy son letra muerta, como el acceso al agua y a la vivienda digna; 2) hacer más eficaz y eficiente al gobierno central y las nuevas alcaldías; 3) recuperar la seguridad de nuestra ciudad y enfrentar al crimen organizado; 4) promover la defensa del empleo pleno y digno en la ciudad; y 5) Reforzar la participación ciudadana para alcanzar una democracia real, entre otros tantos temas urgentes.

Esta etapa de precampañas ha servido sólo para demostrar que el sistema de partidos está en una grave crisis estructural y de representatividad. Fue una simulación que, lejos de reforzar el debate democrático, lo menoscabó. En esta farsa, resalta el silencio de las otras precandidatas sobre los dichos de Mikel.

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Adrián Montemayor es integrante de Wikipolítica CDMX, una organización política sin filiaciones partidistas .

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