Para regresar a la tradicional enemistad entre los del Kremlin y los de la Casa Blanca bastó con el derribo de un avión sirio por parte de los segundos. Al menos eso es lo que supone la advertencia que Rusia ha mandado, consistente en señalar que cualquier avión o aparato no pilotado (dron) de la coalición liderada por Estados Unidos que sobrevuele por territorio sirio –específicamente al oeste del río Eufrates– será considerado “objetivo”.

Lo anterior, luego que el pasado domingo un caza estadounidense causara la caída de un avión Su-22 de las fuerzas sirias que cumplía una misión de combate en contra de los miembros del Estado Islámico en la zona de Er-Rasaf, al sudeste de Raqa. “Una cínica transgresión de la soberanía de Siria”, acusa el ministerio ruso.

En respuesta, el Pentágono señaló que sus aviones actuaron para defender a las fuerzas que respalda la coalición, ya que éstas fueron atacadas con bombas en las cercanías de Tabqa. De hecho, el principal general estadounidense, Joseph Dunford, intentó minimizar las repercusiones del incidente, asegurando que las comunicaciones entre el comando central estadounidense en Qatar y su equivalente ruso en Siria seguían abiertas y se utilizarían para intentar resolver la situación. “Creo que lo peor que cualquiera de nosotros podría hacer sería abordar esto con exageración”, comentó Dunford.

El viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergei Ryabkov, señaló que la acción de las fuerzas estadounidenses “debe ser vista como una constante que ha tomado Estados Unidos para desatender las normas del derecho internacional. ¿Qué es esto si no un acto de agresión?”, cuestionó el funcionario ruso sobre el ataque norteamericano, que es el primero de su tipo contra un avión de guerra sirio desde el inicio de la guerra civil en el país, desde hace seis años.

El riesgo de una confrontación directa entre Estados Unidos y Rusia sigue luego de la decisión de Donald Trump para conceder a sus jefes militares el control de la estrategia militar en Siria. Además, el mes pasado las fuerzas estadounidenses se lanzaron en tres ocasiones contra las fuerzas del régimen, incluidas las milicias chiítas respaldadas por Irán, en el desierto oriental de Siria, cerca de la frontera con Irak. Como se puede ver, las crecientes tensiones entre Washington y Moscú están muy alejadas del plan original de Trump de trabajar con Rusia en Siria para derrotar a las fuerzas terroristas.

Información: NYT, The Guardian

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