Por Erick Rosas López

Las desigualdades son el problema de nuestra época: de ingresos, riqueza, género, acceso a la educación, a la salud, por mencionar sólo algunas. Se ha demostrado que importa resolverlas porque influyen en los niveles de crecimiento económico de una nación, en la estabilidad de las instituciones democráticas y, de manera más importante, en las posibilidades de libre desarrollo de las personas; en suma, en la igualdad de oportunidades.

Vivimos en un país profundamente desigual; donde origen es destino; donde el esfuerzo, el “echarle ganas” no es suficiente. Que alguien escape de las trampas de la pobreza y acceda a una vida más digna es la excepción. Lo cierto es que la gran mayoría de los hijos nacidos en los hogares más pobres (76%) se mantendrán en la parte más baja de la distribución en el acceso a bienes y servicios, algo conocido como pobreza crónica.

Un factor que escapa a los índices y mediciones de los científicos sociales, pero que ciertamente afecta el devenir de cualquier individuo es la suerte, la primera no-elección de nuestras vidas: nacer con un lugar, tiempo, etnia, condición socioeconómica, género, definidos por factores fuera de nuestro control. En un país como éste, donde las desigualdades son hereditarias, la única manera de restarle poder a este elemento aleatorio tan importante en nuestras vidas, consiste en garantizar que las inequidades no sobrevivan el paso de las generaciones; debemos desvincular el origen del destino.

Al respecto, uno de los principios orientadores de la campaña de Claudia Sheinbaum fue la igualdad. En su programa de gobierno se menciona que este concepto:

(…) debe ser la guía y el símbolo de la Ciudad. La construcción y fortalecimiento de derechos sociales universales y el acceso y mejora de servicios públicos es una condición ineludible del trabajo que nos hemos planteado. Trabajar por transformar las desigualdades sociales a partir del fortalecimiento del derecho a la educación, la salud, la vivienda, el agua, la movilidad, la cultura y el espacio público es nuestro faro (…). 

Acabar con la desigualdad, de esta manera, significa garantizar una ciudad de derechos. Incluso en el tercer debate, la entonces candidata mencionó que la esencia de una ciudad innovadora es acortar las desigualdades sociales y buscar la prosperidad compartida. Esta visión halla puntos en común con lo que Amartya Sen, premio Nobel de Economía en 1998, entiende por “desarrollo como libertad”, el cual se enfoca en la libertad de las personas para lograr los objetivos que se proponen haciendo uso de su razonamiento, algo muy difícil cuando la desigualdad –entre otros problemas sociales– se puede entender como una privación de capacidades (oportunidades de una persona de ser o hacer algo).

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Foto: Shutterstock

Pero, ¿qué tanto orienta en realidad la igualdad a las acciones propuestas por la gobernadora electa de Morena? ¿A qué retos se enfrenta la próxima administración capitalina para la consecución de estos objetivos? ¿Las soluciones evitarán que nuestras desigualdades se sigan reproduciendo?

Programas y acciones sociales

Se propone fortalecer y modernizar los programas sociales, tales como: las becas a jefas de familia, la pensión para adultos mayores, el programa de becas Prepa Sí, la ampliación de comedores comunitarios, etc.; asimismo, se planea crear nuevos proyectos que ataquen estas desigualdades, como la creación de Centros de Innovación Comunitaria y la creación y fortalecimiento del sistema de cuidados establecido por la primera Constitución Política de la Ciudad de México, entre otros.

Sin embargo, la administración que recibirán, tanto en el poder ejecutivo a nivel estatal como a nivel de alcaldías, carga con varios problemas en la operación de los programas sociales: el uso clientelar de fondos, duplicidad de objetivos en programas del gobierno de la Ciudad y alcaldías, utilización de la figura de “acciones sociales” para el uso discrecional de recursos, entre otros.  En ese sentido, para garantizar que los propósitos de los programas sigan reglas de operación claras se deben corregir estos problemas dándole prioridad a los diagnósticos, metodologías e indicadores hechos por el Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva y por el Consejo de Evaluación de la Ciudad de México, ambos creados en la nueva Constitución. Además, deben internalizar el costo de eliminar clientelas políticas, incentivo que no es fácil ignorar.

Desigualdades y propuestas faltantes

En el documento no se reconoce en ningún apartado el componente geográfico de las desigualdades. En la ciudad conviven realidades muy distintas: colonias tan prósperas como las de países desarrollados coexisten con colonias muy rezagadas en términos de provisión de servicios públicos e infraestructura (ej. la colonia promedio en Benito Juárez vs. Milpa Alta). En la narrativa presidencial se habló de impulsar el desarrollo en el sureste del país; lo mismo debió haber identificado la campaña de Sheinbaum: Iztapalapa, Iztacalco, Milpa Alta y Xochimilco tienen zonas importantes donde hacen falta intervenciones que permitan reducir estas desigualdades territoriales.

Aunque sí se reconoce la necesidad de garantizar los derechos laborales tanto de las trabajadores del gobierno como los del hogar, no se propone ninguna política laboral o salarial dirigida a los trabajadores en general con el fin de atacar la desigualdad por la precarización del trabajo. Además, la anexión de la Secretaria de Trabajo y Fomento al Empleo a la Secretaría de Economía no da una buena señal sobre la elaboración e implementación de este tipo de políticas a futuro.

Foto: Manuel Velasquez/Getty Images

Haciendo eco de la política económica a nivel federal propuesta por Morena, no se proponen impuestos nuevos o aumento a los viejos en términos reales. Esto es un problema, pues garantizar la igualdad de oportunidades implica evitar que la desigualdad se transfiera intergeneracionalmente. Entre otras medidas, los impuestos progresivos a la riqueza son necesarios para garantizar un piso parejo entre las condiciones finales de una generación y las iniciales de la siguiente. Específicamente a la situación de la CDMX, la recaudación futura del impuesto predial –impuesto a la propiedad, una forma de capital– preocupa, pues en su programa prometen que revisarán “el aumento de cuotas del predial (…) para confirmar que sean justos.”

El próximo Gobierno de la Ciudad de México tiene una gran oportunidad de llevar a cabo las políticas necesarias para cerrar las brechas existentes y así garantizar a los capitalinos de hoy y mañana un futuro en donde el esfuerzo sea realmente el mayor determinante de la vida de las personas. Ello sin olvidar garantizar la existencia de pisos mínimos aceptables de estatus socioeconómico. Para lograrlo, se debe corregir sobre la marcha los diagnósticos actuales, realizar los diagnósticos ignorados y asumir los costos políticos de desmantelar un sistema que reproduce las desigualdades. Ojalá lo logren.  

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Erick Rosas López es miembro de Wikipolítica CDMX, una organización política sin filiaciones partidistas.

Facebook: WikipoliticaCDMX

Twitter: @wikipoliticacmx |  @erickrl6

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