Si durante todo el sexenio calderonista, Margarita Zavala, tuvo mayor cuidado en manejar su imagen y se alejó de los reflectores ¿por qué tanta prisa de destaparse como precandidata a la Presidencia de la República?.
A primera vista podría parecer una decisión arriesgada, pero si lo pensamos en términos estratégicos, aunque su candidatura hace más evidente la ruptura del PAN, también funciona como un termómetro político para medirse con su opositor maderista, Ricardo Anaya.
Esta acción invariablemente nos recuerda al acto anticipado de Hillary Clinton en Estados Unidos, el cual le dio el tiempo necesario para recibir los golpes negativos al anunciar su candidatura y ahora, únicamente dedicarse a la campaña, siendo una de las favoritas para el 2016.
Se ha criticado que el anuncio hecho por Zavala también debería ser considerado como un acto anticipado de campañam sin embargo, está dentro del marco de la ley, ya que, de acuerdo con el presidente Consejero del INE, Lorenzo Córdova, conforme a la ley electoral vigente, no se puede juzgar un acto anticipado de precampaña o campaña rumbo al 2018, hasta que inicie formalmente ese proceso.
El Partido Acción Nacional designa candidaturas por componendas y rivalidades, por lo que en ese sentido no es clara la estrategia de Margarita Zavala para llegar a la grande, apenas en la jornada pasada quedó excluida como candidata para diputada.
Las condiciones de libertad y pluralismo que garantizan la competencia política, en este caso dentro del Partido Acción Nacional, sería parte de lo que el teórico Liphart llama democracia consensual, en realidad representa un cataclismo, los panistas cargan con el estigma de malos gobernantes y sobre todo falta de lealtad, además justamente Calderón le heredó al blanquiazul diversos problemas como la crisis de inseguridad, o el cierre de los recursos partidistas, que al final son una sombra para Zavala.
Para muestra, el senador Javier Lozano, quien afirmó que a la esposa del ex presidente Felipe Calderón le hace falta carrera política, pese a ser parte de los calderonistas. Así que, una cosa es que lo Margarita diga, y otra cosa es que el PAN quiera.
Lástima Margarita…