Hace unos cien años, los franceses dominaban la moda, el arte y la cultura, los horrores de la Primera Guerra Mundial aún estaban por venir, la bolsa de Nueva York no había caído y se habían cumplido algunos meses del hundimiento del Titanic. Aquí les mostramos lo que los humanos de hace un siglo esperaban de nosotros.
Esta singular colección de ilustraciones vaticina un futuro mejor en donde casi todo puede volar y la vida ha llegado a un nivel de bienestar tan alto que lo único que nos preocupa es pasarla bien. Ahora, a 13 años de “ese futuro distante”, no podemos evitar ver con nostalgia lo que se esperaba de nosotros.
Los franceses tenían una especie de obsesión con lo volador pues casi todos los aspectos de su vida los adaptaron para ser capaces de suspenderse en el aire a través de extraños carro-aviones.
El aprendizaje estaría a cargo de una máquina mental come-libros.
¿Cansado de leer? ¿Qué tal recostarse a escuchar el periódico? Desde hace más de cincuenta años, ese concepto se conoció como “las noticias de la tarde” a través de la radio.
Antes del desastre del Hindenburg, los franceses creían que los “vuelos” trasatlánticos se darían en barcos voladores. No obstante, el advenimiento de los aviones comerciales no socavó la industria de los cruceros de lujo.
Patines con motores para caerse con estilo.
Así se imaginaba la guerra del futuro. Nada mejor que usar uniformes de colores brillantes y cascos de mosco para agarrarse a tiros y estrellarse unos contra otros.
Acá una fiesta voladora, campo de cultivo para varios borrachazos de altura.
Un concepto que se volvió realidad: el tren bala suspendido en el aire. Cabe mencionar que en primer plano hay un pasajero de origen chino, lo que demuestra la diversidad cultural que se esperaba en el futuro. Lástima que el autor de esta ilustración no tomó en cuenta que para el año 2000 existiría la globalización, fenómeno que nos privó de ver a un chino viajar con su traje típico en lugar de un jersey de los Acereros de Pittsburgh y unos tenis Nike.
Aquí un arquitecto supervisa una obra construida totalmente por máquinas. La sociedad de hace cien años realmente confiaba en que nosotros crearíamos máquinas tan eficientes que no necesitarían humanos que las supervisaran.
Aquí una especie de videoconferencia al estilo “Skype” steampunk.
Debido al alto tránsito de vehículos voladores, la necesidad de una policía aérea obligó a los representantes de la ley a ponerse a las de murciélago, una cola y un dildo para usar como macana.
Comida rápida aérea, justo como esa escena de “Quinto Elemento” en la que el protagonista pide su comida en un McDonald’s mientras se encuentra abordo de su taxi volador.
Es claro que la gente de hace cien años tenía una visión muy positiva del futuro donde se creía resolveríamos todos los problemas sociales que aún permanecen vigentes. En contraste, todas nuestras representaciones del futuro apuntan a una vida más difícil, saturada, contaminada, peligrosa y mezquina.