En un movimiento que muchos consideran que va contra el aborto, diputados aprobaron una reforma a la Ley General de Salud, con la cual se respeta el derecho de médicos y enfermeras a objeción de conciencia. Es decir, podrán negarse a ofrecer sus servicios, si la práctica solicitada por su paciente va contra sus creencias.

¿Pues en manos de quién están nuestras leyes? Es lo primero que se le ocurrirá luego se saber el poderoso argumento con el que la diputada del Partido Encuentro Social, Norma Edith Martínez Guzmán, promovió su iniciativa de reforma: la libertad de conciencia consta en el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos… lo cual no es cierto, el mal citado artículo señala que “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.

Ya que sólo era necesario un wikipediazo para caerle en la mentira, Martínez Guzmán (recordada por su profecía: si permiten matrimonios gay, después la gente se casará “con delfines y laptops”) fue objetada por la perredista Cecilia Soto quien, siguiéndole el juego conservador, le señaló que “mentir también es pecado”, ya que lo que consta en el mencionado artículo es el derecho a la “libertad de conciencia”.  Por otra parte, Alejandro Galland, del Grupo de Información en Reproducción Elegida, apunta que este artículo tiene sus restricciones, ya que “la libertad de manifestar la propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o los derechos y libertades fundamentales de los demás”.

Pero bueno, parece que entre los temerosos a Dios hay de pecados a pecados. Así, una mayoría de diputados (313, del PRI, PAN, PVEM, PES y Panal) optó por ofrecer una justificación (basada en una mentira… o la mala comprensión de lectura de la diputada) para que doctores se nieguen a realizar la interrupción legal del embarazo por violación… si es que los galenos profesan una religión que les prohíba practicar aborto.  Aunque tampoco crean que todos esos diputados son del ala conservadora y urdieron una triquiñuela legislativa para impedir que jovencitas sigan abortando… en realidad no dan para tanto: todos (incluso los que votaron en contra) rubricaron el dictamen sin siquiera estar enterados de qué firmaron. Así lo explica la diputada del Panal, Karina Sánchez Ruiz: “la secretaria técnica de la comisión, que preside el médico panista Elías Octavio Íñiguez, pasó a los diputados documentos para firmar, sin saber de qué dictamen se trataba”.

 

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