Desde hace varios años, el concepto de disco como obra uniforme donde cada canción pesa, cada vez va tomando menos significado. Vivimos en la era de la compresión musical, de la baja calidad en el audio; de Spotify, You Tube y tu iPod; y a pesar de que tenemos más música a nuestro alcance que en ninguna otra época, parece que el pasar del tiempo y nuestras “vitales” obligaciones sociales, nos han dejado fuera de la cancha para sentarnos y escuchar atentamente la obra de un artista. Aquí les traemos el volumen dos, y por acá pueden leer la primera entrega. 

Para los aferrados que aún disfrutan de la música como un concepto de exploración y autodescubrimiento – algo parecido que leer un libro –  y no como mero pasatiempo, escucha estas obras. Seguro ya te lo sabes, y si no, toma nota.

Tom Waits – Rain Dogs (1985)

Si Swordfishtrombones (1983) ya indicaba un cambio radical en el sonido de este poeta maldito, es con Rain Dogs donde Tom Waits da el gran paso para mostrar sus habilidades de música circense, surrealista, pensante y de inmundicia bluesera como herramientas para relatar sus cuentos de decadencia callejera. Atrás quedaron las noches en tugurios de mala muerte, de humo incesante del cigarrillo y whiskey barato (bueno, esto aún no.) Lejos quedaron las canciones dictatoriales de piano, su obsesión de poeta beat y el apego al jazz de entregas anteriores.

En Rain Dogs, el Sr. Waits toma prestada la voz de predecesores como Howlin´ Wolf y Captain Beefheart para contarnos historias poco convencionales. Con una voz que parece haber estado sumergida en whiskey de dudosa procedencia y tabaco por años, y con una fuerte instrumentación que incluye marimbas, acordeones, órganos, saxofones, banjos y hasta trombones, este álbum es una joya y la puerta de entrada hacia la segunda faceta del genio de Pomona. ¿Se me olvida mencionar que en Rain Dogs la guitarra se encuentra hechizada por el gran Marc Ribbot?

¿Necesitas pruebas? La tercia de apertura: “Singapore”, “Clap Hands” y “Cemetry Polka” – probablemente el mejor arranque en un disco en la carrera de Tom Waits. Los restos de su época pasada embellecidos por un saxofón en “Tango Thil They´re Sore.” El fetiche cacofónico en “Big Black Mariah.” La que le da título al disco como muestra de qué tan oscuro puede ir nuestro héroe, o “Downtown Train”, que podría ser la canción que Bruce Springsteen dejó ir. Joya.

The Cure – Pornography (1982)

Claustrofobia, desesperanza, oscuridad en cada rincón y la versión más azotada de Robert Smith se juntan en esta entrega pornográfica influenciada por una cantidad industrial de drogas consumidas, un desapego por el interés en las banalidades sociales y la tentación del Sr. Smith de tirar la toalla permanentemente ante el agotamiento mental.

Si Seventeen Seconds (1980) y Faith (1981) ya indicaban que la cordura del Sr. Smith no se encontraba del todo bien, es en esta entrega donde su azote nos sorprende al grado de pensar ¿qué diablos pasaba en su cabeza? Capas gordas de guitarras que preceden al shoegaze, el bajo obsceno del Simon Gallup que marca la pauta en todo momento, la batería como ilusión de marcha fúnebre y una voz escalofriante. Esto es The Cure como nunca más lo escucharemos. Ah, se me olvidaban las letras que parecen haber sido escritas desde el séptimo circulo del infierno.  “No importa si todos morimos”, es la frase inicial de Robert Smith en esta entrega. Tierno…

No es necesario ir a detalle, pero solo escucha la instrumentación de “A Short Term Effect” que podría fungir como la canción más oscura en la carrera de The Jesus & Mary Chain. “The Hanging Garden” con todos los instrumentos alineados para emular una gran canción de Joy Division. “Siamese Twins” como la pieza que parece ser un reflejo del final en la vida del Sr. Smith. Pero aún hay más. La cara B del disco es aún más perturbadora. Sólo escucha “Cold” o “Pornography” para saber que Trent Reznor no es un pionero sino un gran emulador. Disco inquietante.

Bauhaus – In The Flat Field (1980)

Si Robert Smith se lleva las palmas con su azote claustrofóbico en la entrega pornográfica, es Peter Murphy y compañía los que dictan el camino por el que el goth debía seguir ante el deceso de su mártir, Ian Curtis. Este  imperdible debut, es una puerta hacia lo lóbrego; oro negro puro. Con la actitud y energía desquiciante del punk, el legendario grupo británico logra usar la música como un transmisor de dolor y penumbra que no encuentra descanso hasta explotar en las vocales del aun novato, Peter Murphy. Desde el perturbador piano en “Nerves” que dicta el camino por el que Peter Murphy estalla en una de sus mejores interpretaciones vocales, hasta herejías sonoras como  “Stigmata Martyr” y la grandísima, “A God In An Alcove.”

En este disco se compila toda la perversión que veníamos escuchando desde The Velvet Underground. De la inmundicia de los Stooges, a las tinieblas de Joy Division. Del glam de Bolan a la faceta proto-industrial de Iggy Pop y Bowie. Todo en un disco imperdible, atemporal y vulgarmente obsceno. Y si te topas con la edición especial que contiene nueve tracks adicionales,  aún mejor.

¿Existe un bajo más perturbador que el de “Double Dare”?

Guns N´ Roses – Appetite For Destruction (1987)

Antes de que Axl Rose se convirtiera en un payaso y en la más grande deshonra del rock ‘n’ roll, este pervertido fue el frontman más transgresor en los años 80, y sin lugar a dudas, uno de los grandes de todos los tiempos. Un drogadicto psicótico; un gigoló con un trastorno bipolar y con una voz única. Antes de que Guns N’ Roses se convirtiera en una lastimosa banda tributo (causado por el ego del Sr. Rose), esta banda de criminales, inspirados por cantidades industriales de alcohol, anfetaminas y otras drogas de clase A, brindaron un renacimiento del rock más crudo.

Considerados “la banda más peligrosa del mundo”, estos monstruos eran algo temible y no sólo un montón de posers  y adictos sin talento (sí, te hablo a ti, Motley Crue.) Su indispensable debut, muestra a un grupo de malvivientes sin nada que perder. Rock ‘n’ roll sin compromisos hecho por seres degradados que le escupen y desprecian el “Hair Metal” y que muestran su idolatría por Zeppelin, los Stones, Dylan, Thin Lizzy, Queen, T. Rex, The Dolls, Alice Cooper, AC/DC, Aerosmith, The Stooges y un coctel lujurioso de decadencia.

“Nightrain”, “Sweet Child O´ Mine”, “My Michelle”, “Mr. Brownstone”, “Rocket Queen”, “It´s So Easy”. ¿De verdad necesitamos ir a detalle? Sólo historias sobre chicas baratas, sexo, drogas y el desprecio por la vida enriquecida por una de las mejores voces de todos los tiempos, guitarras distorsionadas y riffs violentos, solos pesados​​, tambores destructivos y una sobredosis de actitud en una banda de don nadies.

Si hay un disco de Guns, es este. No hay más.

Alejandro De Luna
@thesenseofdoubt

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