El 3 de abril de 1995, la revista TIME le dedicó su portada a Shoko Asahara, líder espiritual de la secta Verdad Suprema (Aum Shinrikyo) que perpetró un ataque con gas sarín en el metro de Tokio, Japón, a la hora más transitada. El ataque del 20 de marzo del mismo año, dio como resultado la muerte de 13 personas y más de seis mil personas heridas.

A la fecha, varias víctimas del ataque siguen sufriendo las consecuencias que van desde dolencias físicas y emocionales como deficiencias en el habla, visión borrosa y trastorno de estrés postraumático. Y hoy, a 23 años de la tragedia, Asahara fue condenado a morir en la horca junto a otros seis miembros de la secta.

e ha confirmado que los paquetes donde se produjo la reacción química mortal se depositaron en seis puntos diferentes de la red metropolitana de transporte.
Portada de TIME del número del 3 de abril de 1995.

El sarín, gas utilizado para los ataques, fue descubierto por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial y su exposición directa causa diversos síntomas como vómito, ceguera y parálisis. A las 8:17 de la mañana, la hora en que más flujo de personas se registraba en el transporte público de la capital japonesa, un grupo de personas colocaron paquetes tóxicos en seis puntos distintos del metro.

¿Cuál fue la razón de un ataque químico? Cuestiones religiosas asumidas dentro del culto que, de manera irónica, mezclaba creencias hinduistas y budistas que incluyeron, con el tiempo, preceptos cristianos asociados a las profecías del apocalipsis. De este modo, Asahara, cuyo nombre real era Chizuo Matsumoto, ordenó una serie de ataques en diversos puntos para llegar al del metro, el cual se convirtió en una especie de “día del juicio final”. El resultado de todos los ataques fue de 29 personas muertas.

En 1987 comenzó la organización de la secta cuando Asahara reclutó a uno de los futuros tenientes del grupo, el hijo de un hombre llamado Hiroyuki Nagaoka, el cual se especializaba en filosofía india. Comenzó a estudiar los preceptos de Aum Shinrikyo para luego comenzar un entrenamiento de “10 días de locura” en el que fue llevado al límite de su resistencia física. Cada uno de los próximos miembros, que sumaban más de 100 en 1995, debían pasar por este tipo de pruebas que los invitaban a jurar devoción a la secta.

e ha confirmado que los paquetes donde se produjo la reacción química mortal se depositaron en seis puntos diferentes de la red metropolitana de transporte.
Shoko Asahara / Getty Images

El apego hacia Asahara y entre los miembros de Aum Shinrikyo, de debía por la idea de que estaban conectados a un nivel espiritual que trascendía la vida del presente hasta llegar a vidas pasadas asociadas a la reencarnación. El hijo de Nagaoka dejó el grupo unos años antes del último ataque de la secta. Desde ese momento de liberación, junto a su padre, se ha dedicado a ayudar a dejar la secta, incluso a los miembros que aún permanecían en la cárcel o seguían sus preceptos desde fuera, es decir, nuevos discípulos de Aum.

En 2004 lo declararon culpable y lo sentenciaron a muerte junto a otros personajes que formaron parte de la secta. Esta sentencia dio paso a que en Japón, con la primera palabra de Nagaoka, se abriera un debate sobre lo injusto de la condena hacia los otros miembros. De acuerdo a los testimonios de aquellos que formaron parte del culto, el poder de persuasión de Asahara es tan grande, que los que perpetraron el ataque son otras víctimas, no culpables directos.

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