Por Esteban Illades

A dos semanas de iniciada la campaña electoral, no podía faltar una sorpresa en nuestro México Mágico. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) –que no es lo mismo que el Instituto Nacional Electoral (INE), como hemos explicado en ocasiones anteriores– decidió que Jaime “El Bronco” Rodríguez tenía que estar en la boleta. Y lo hizo de una manera un tanto extraña.

Ahora, el gobernador de Nuevo León con licencia, que se ha echado perlas de la talla de “mi caballo come menos que mi vieja”, o que el temblor del 19 de septiembre del año pasado fue culpa de que el país ha perdido la fe –sí, en serio–, podrá competir por el voto de los mexicanos e intentar ser nuestro presidente.

Más allá de lo que uno piense de “El Bronco” como persona o como político, vale la pena ver cómo es que llegó a ser candidato a pesar de que el INE ya había dicho que no tenía las firmas suficientes para serlo.

Jaime Rodríguez Calderón 'El Bronco'

Hace unas semanas, el INE presentó los conteos oficiales de firmas recabadas por los aspirantes a candidato independiente para la presidencia de la república. El asombro, para algunos que todavía creen en la democracia, fue mayúsculo. Los tres principales aspirantes tenían desde firmas, por decir lo menos, cuestionables, hasta otras que rayaban en el delito.

El primer caso fue el de Margarita Zavala, que intentó meter más de 212 mil fotocopias como credenciales legítimas. También tuvo 432 simulaciones; es decir, credenciales abiertamente falsas. A pesar de estos números, Zavala obtuvo la candidatura: juntó las 866,592 firmas que pedía el INE para entrar a la boleta, y las juntó en 17 estados distintos.

El segundo caso fue el de Jaime “El Bronco” Rodríguez. “El Bronco” también metió más de 200 mil fotocopias. Pero donde en verdad se la voló fue en las simulaciones: 158,532.

El tercero fue el de Armando Ríos Píter, que tuvo un ascenso increíble de enero hasta el día final. Demasiado increíble, de hecho. Y eso se notó en los números: 88 mil fotocopias y 811,969 simulaciones. Tal cual. Casi un millón de credenciales falsas.

Sin embargo, el INE no tenía permiso, por ley, de tirarles la candidatura por falsedades. Al INE lo que le interesaba era que, con firmas que no fueran producto de trácala, los aspirantes lograran pasar el límite de las 866,592 que pedía. “El Bronco” se quedó a unas 15 mil y a Ríos Píter le faltaban cerca de 600 mil.

El asunto no acabó ahí, claro está. Zavala, como decíamos, obtuvo la candidatura –hecho que, con razón, fue cuestionado, pues por más firmas buenas que tuviera, también tuvo cientos de miles dudosas– pero los otros dos no. Ambos enfurecieron y le pidieron revisión al TEPJF, para ver si chicle y pegaba.

Y oh, sorpresa, en una sesión convocada casi de último minuto la semana pasada, el Tribunal Electoral decidió, por cuatro votos contra tres, que “El Bronco” tenía razón. ¿Qué argumentó el gobernador de Nuevo León? Que el INE no le había dado tiempo suficiente para revisar firmas una vez que le anunciaron el resultado; si lo hubiera hecho, entonces sí hubiera sido candidato.

El Tribunal le dijo: “Señor Bronco, tiene usted razón”. Pero como ya no había tiempo para regresar y revisar las firmas, o al menos eso dijo en este caso, de pura buena onda le dijo que podía competir aunque no tuviera registradas las firmas suficientes. Entiéndase, no tuvo ni que juntar las 866,592 porque el Tribunal Electoral le dio un pase porque, pues, qué tanto es tantito.

(A la próxima lo que hay que hacer es lanzarse como independiente y meter mitad firmas buenas y mitad credenciales de Blockbuster, o estampas del Panini, el Tribunal seguro dice que sí.)

Armando Ríos Piter busca ser candidato independiente a la Presidencia de México
Foto: Notimex/Javier Lira

Ríos Píter, conocido como “El Jaguar”, dijo va, seguro yo también la logro. Si a “El Bronco” lo metieron a la boleta porque no hubo tiempo de revisar firmas, yo que tengo más de 811 mil chuecas seguro paso también, porque menos tiempo para revisar tanta trácala.

Y pues sí, pero no. A él sólo le dieron la razón a medias. El Tribunal le dijo “Señor Jaguar, le vamos a echar media mano”. A él, como no le faltaban tan poquitas como a “El Bronco”, le dieron permiso de regresar y pedirle 10 días más al INE para verificarlas todas. Que ellos se hagan bolas contando y a ver si del bonche consigue las suficientes.

¿Por qué pasó esto? Vaya uno a saber. El Tribunal argumentó que en ambos casos los aspirantes nunca pudieron ver cómo iba la recolección de firmas y entonces no sabían bien cuántas les había aceptado el INE y cuántas no. (El INE respondió que, al menos en el caso de “El Bronco”, tuvo más de 10 audiencias con sus representantes para hacer revisión.) También argumentó que “El Bronco” estaba tan cerca de lograrlo que, pues, un empujoncito no se le niega a nadie.

Aquí hay dos grandes problemas. El primero que, en retrospectiva, bajo la lógica del piensa mal y acertarás, nos podríamos haber ahorrado, fue que al INE jamás se le ocurrió que los independientes pudieran ser tan tramposos. Cuando se dieron cuenta de la cantidad de firmas chuecas que estaban entrando, tuvieron que encontrar una nueva manera de revisarlas, porque sus métodos no funcionaban. El problema es que la ley no les permitía hacer eso, y ahí es donde, una vez más, los independientes vieron la oportunidad y la tomaron: trataron y consiguieron doblar al INE haciendo trampa de un inicio y después haciendo trampa doble al decirle que no podía revisar sus trampas como lo estaba haciendo. Yo te voy a transar pero tú no tienes permiso de castigarme. Esto nos deja una lección para la siguiente elección: siempre habrá una manera innovadora de hacer trampa. Sépanlo.

El segundo es el Tribunal Electoral, que le metió una incertidumbre gravísima al proceso. Se sacó de la manga una sentencia –al grado que después tuvo que dar una conferencia de prensa para justificar por qué lo hizo, y en la conferencia se negaron a hablar los magistrados que votaron en contra, por lo mismo de que todo estaba bien chueco– y agregó a la boleta a una persona que siempre, y de manera abierta, intentó entrar con trampa a la carrera. (Cuando lo cacharon la primera vez, dijo que sus firmas falsas eran “travesuras”, no fraude. Sabía clarito lo que estaba haciendo.)

Si el TEPJF es capaz de hacer esto ahorita, sólo siembra la duda –y de a gratis– sobre cómo actuará después del día de la votación. Porque, ¿qué crees, querido sopilector? El Tribunal Electoral es el encargado de certificar la elección para evitar que no haya trampas o malas jugadas en la campaña, en la votación y en todo el proceso electoral.

Bien padre. ¿No?

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Esteban Illades

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