Afortunadamente The Kills se ha convertido en una de las bandas que han decidido hacer visitas constantes a nuestro país. Por el bien de nuestra salud mental y el bien del público mexicano, es de agradecerse que este dueto veterano, aún se conserve fresco, vigente y con esa cierta dosis de elegante rebeldía que los ha convertido en héroes de muchos. Sus coqueteos con el mundo de la moda en lugar de minar su credibilidad, les ha permitido traspasar a un público que seguiría teniendo el cerebro frito de baladas (y drogas) de no ser por haberse encontrado con The Kills en su vida.

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La jornada la abrió el grupo de Baja California llamado Kosmonaut, quienes con evidente nerviosismo se enfrentaron al publico chilango. El trío parecía estar petrificado ante los números asistente que comenzaban a hacerse más conforme pasaban los minutos. Desafortunadamente su material distaba mucho de ser memorable, su sonido emulando pretendidamente a los Pixies, una personalidad nula, además que su ecualización rayó en lo molesto, hicieron que entre la gente se soltaran los comentarios como “¿por qué suena cómo si estuvieran ensayando?”. Tocaron media hora ante un público que no los atendía, algunos los veían sin más remedio y los más preferían irse a beber o revisar sus teléfonos. Malamente no le hicieron ningún favor a la banda como teloneros, al contrario, habría sido preferible que pusieran música grabada en lo que aguardábamos a The Kills.

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Terminando su actuación sonó algo de música a cargo de los Dead Skeletons, el futuro de la psicodelia moderna, quienes hicieron olvidar el trago amargo “Odaudleg Ord” era lo que sonaba por las bocinas a cargo de este supergrupo formado por miembros de Singapore Sling, The Asteroid No.4 y Spacemen 3. La noche comenzaba a tornarse una especie de pasarela en la entrada del José Cuervo Salón. Alison Mosshart, además de cantante es un icono de la moda. Por lo tanto las asistentes no podían quedarse atrás e iban ataviadas con sus mejores galas. Predominaba las texturas de animal print, las chamarras de piel con estoperoles, sacos cortos, sombreros, además de pantalones entubados y botines de todos tamaños. Todo en riguroso negro desde luego.

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Al apagarse las luces Jamie Hince y Alison Mosshart, alias Hotel y VV, acompañados de un par de percusionistas toman el escenario, sin dar aviso arrancan cantando al ritmo de las palmas de la gente y ellos mismos “M.E.X.I.C.O.” tema dedicado a nuestro país en su álbum Midnight Boom. De inmediato comienzan a sonar los primeros beats de “U.R.A. Fever”, un himno a la individualidad, que se ve reforzado por el par de percusionistas quienes abaten un par de toms y tarolas. El sonido es algo desigual. El ingeniero está batallando con la consola y aún no se escuchan del todo las voces de ambos cantes. Las luces son opacas aunque coloridas, y se funden con algo de humo artificial y de cigarrillos ahora que la gente ha retomado la necedad de fumar en los conciertos.

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La ahora rubia y más delgada Alison se ve feliz. Rápidamente se meten a “Future Starts Slow” con la que todos cantan. Cada ataque de cuerdas por parte de Jamie es un orgasmo para el público. Los percusionistas refuerzan bien la caja de ritmos, le dan una cualidad más “realista” a los temas. En la pausa de la canción los percusionistas hacen cruces con las baquetas en perfecta coordinación. Jamie enloquece al público acercándose a ellos. Le sigue “The Heart is a Beating Drum” y los asistentes susurran junto con ellos. Alison toma la guitarra preparada para ella y también riffea. El corazón nos late como si fuera un tambor batiente y esto apenas comienza.

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Una canción para la vieja guardia “Kissy Kissy” de aquel iniciático Keep On Your Mean Side, con esas guitarras características de coqueteos orientales. “Te lo buscaste hace mucho tiempo y ahora voy a apuñalar tu boca besucona”. Jamie hace un acorde y para sostener más tiempo el sonido arrulla su guitarra como si fuera su pequeña hija. Alison headbanguea con su nuevo look que la hace ver como cuando Piolín se toma “la formula”. Un momento que siempre prende al público es cuando Jamie se acerca de manera casi obscena al público y mira fijamente a alguien, escoge a su víctima y hace movimientos de seducción con la guitarra. La oleada de gritos es ensordecedora.

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La canción en turno es “Satellite”. Alison da vueltas como animal enjaulado. Sonidos de comunicación interrumpida con feedback de guitarra. Es el reggae según The Kills. Reggae con grasa de motociclista bluesero. “Qué desastre cuando el tiempo y el lugar colisionan”, los percusionistas hacen que el tema cobre dimensiones gigantescas. “DNA” se aparece y unas voces que se tornan cavernosas se escuchan en la secuencia. “Ama hasta que sea suficiente. Baila si no tienes un amor cerca, baila hasta que ya no haya nadie persiguiéndote”. “Gracias por estar aquí” dice Jamie, “la siguiente canción se la quiero dedicar a mi esposa”. Suenan los primeros acordes de “Baby Says”, y seguramente los oídos de Kate Moss estaban zumbando en alguna parte del mundo (si no es que estaba oculta en el backstage). Alison se va a la parte atrás del escenario a tocar un teclado para reforzar la melodía de la guitarra. Jamie hace su solo y como siempre parece que algo le dice a la gente, ¿amenazas?, ¿elogios?, ¿intvitaciones?. Nunca lo sabremos quizás.

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En el mismo tenor llega “Black Balloon”, los percusionistas acompañan haciendo sonar sólo sus baquetas. Nosotros los acompañamos con palmas. Hince se oculta entre las sombras, es el momento de Alison al frente, la canción recibe una gran ovación. Sorpresivamente se arrancan con “Cheap and Cheerful” la cual no incluyeron en su set el día anterior en el show de Guadalajara. “Quiero que te vuelvas loco porque, nene, eres aburrido cuando eres correcto, quiero que te vuelvas loco porque eres estúpido cuando estás cuerdo”. Una buena dosis de realidad para este mundo y la escena musical que cree que se puede sobrevivir comiendo helado (hace falta algo de sal y grasa y amargura en la vida y música también). Una de las esperadas hace su aparición esta noche “Tape Song”. En la que advierten que “al tiempo le vales madre, no te va a curar, sólo te va a golpear”, no se puede curar el alma poniéndole un curita.

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“Son los mejores, lo juro por Dios, quizás todos digan esto siempre, pero después de haber tocando en muchos lados les puedo asegurar que ustedes son el mejor público del mundo” dice Hince, para proseguir con esa espesa “Pots and Pans” cocinando el próximo movimiento. Alison está ahora en un set de tambores. Al final del tema explotan casi un frenesí africano que sacude a Mosshart. Otro tema viejo y maravilloso “Monkey 23” en la que no se refieren a ningún antropoide sino al “mono” que da cuando uno es adicto a la heroína y se llena de una irrefrenable comezón, como si se tuviera un simio subido en la espalda. Jamie bluesea grandiosamente con slide en mano. Hotel y VV se abrazan en un sincero abrazo de gusto y se desatan los gritos de la gente ante la espontánea muestra de afecto. Es un final de foto .

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Sin embargo esto dista aún de terminarse, es “No Wow” la elegida para comenzar el encore. Qué lejos estamos de aquel festival de 2005, en el extinto Roots Magic Club donde muchos nos quedamos prendados de este dueto que venía promocionando el álbum del mismo nombre, gritando a voz de cuello que ya nada sorprende, todo es gris y sin vida. Los tambores amartillan. “Ustedes son el público más ruidoso de todos” dice Alison mientras fuma como si estuviera esperando un pelotón para disparar verdades contra nosotros. “Esta es una vieja, muy vieja canción” nos informa Jamie y nos atacan con “Fried my Little Brains”. En todo el concierto no ha hecho falta a presencia del bajo, las frecuencias graves han sido suplidas diestramente por el pulgar de la mano derecha de Hince y la sexta cuerda de su guitarra afinada propiamente para ello. Dos contra el mundo. Jamie se acerca a Alison y le dice algo al oído, Alison le da indicaciones a los percusionistas. Y llega un prendidón en “Sour Cherry”, que con su cadencia pone a todos a bailar, las luces amarillas y rojas se mueven al ritmo de los beats, en cada acento que cambian al morado. Jamie scatea con su guitarra, se hacen uno con su voz. Alison le acompaña con su propia guitarra que sacó de quién sabe donde. La rola crece y explota en los movimientos coordinados de los percusionistas. Una sorpresa más al setlist llega con “Last Day of Magic” una romántica canción. “Yo seré el hombre con la escoba si tu eres el polvo en la habitación, no hay mucho que puedas ocultar antes de que te acorrale”. Las chicas y chicos bailan como pequeños huracanes por todo el recinto.

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Así llegamos al momento final y era obligado el cierre con la lacrimógena “Last Goodbye”, en la cual todo el mundo agarró a la pareja (o quien se tuviera cerca) en abrazos que simulaban aquellos de los bailes de graduación preparatorianos. Un sentimiento de pesadumbre y nostalgia parece apoderarse de todos los asistentes mientras Alison hace la pregunta que muchos nos hemos hecho en ese momento de desgarramiento terrible: “¿cómo puedo confiar en mi corazón si lo rompo en dos con mis propias manos, escuche lo que dijiste y te amo hasta morir, escuché lo que dijiste y dijiste ‘no digas nada’, no puedo sobrevivir con un amor a medias que nunca estará completo”. Un momento sublime que hace que los ojos vomiten agua salada. Alison Mosshart se queda en medio del escenario con la vista fija, la iluminación la hace ver como una aparición virginal divina y las ovaciones llueven sobre ella, mientras Jamie Hince en el teclado, como el Fantasma de la Ópera toca la última sinfonía.

Gran final para una gran noche con una gran banda.

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Por @ivannieblas

Fotos: Lulu Urdapilleta/OCESA

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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