Nueva York es una ciudad conocida por su glamour, por sus grandes rascacielos, por recibir a cerca de 40 millones de visitantes al año y por anualmente realizar el último Grand Slam del año. Esto y más hace que la Gran Manzana se vista de gala.

Dentro de un apretado calendario, que en estos últimos días cobró a su primera victima: Maria Sharapova, quien se retiró por lesión antes de comenzar su participación, hoy comenzó la edición 133 del US Open en donde en la rama varonil Rafael Nadal funge como el amplio favorito, sobre Novak Djokovic en #1 del mundo y Andy Murray el campeón defensor.

El de Manacor, quien justamente el año pasado sufrió una lesión en la rodilla que lo alejó de las canchas durante siete meses, tiene todo a su favor para levantar el trofeo en la Arthur Ashe y de darse una combinación de resultados (alcanzar la final y que el serbio caiga antes de cuartos, o si el español gana el título y Nole pierde en semifinales, o antes) podría ser nuevamente el rey en el ránking de la ATP.

Al hablar de un GS, no podemos olvidar el nombre de una leyenda viviente como Roger Federer, “la perfección suiza” que en los últimos diez años se a apoderado de la mitad de campeonatos en Flushing Meadows. Hoy su historia es otra, los hombres a su alrededor han crecido enormemente, su edad puede ser factor para los malos resultados en este año, aunque nunca se puede descartar a un hombre con tal calidad.

Nombres van y vienen en Estados Unidos, hay leyendas como Richard Sears, Bill Tilden, John McEnroe, André Agassi, entre otros, que en sus respectivas épocas no hicieron soñar con que el tenis era el mejor deporte del mundo. Pero los mexicanos no podemos dejar pasar desapercibido a un hombre que puso en alto el nombre de México en dicho torneo: Rafael Osuna.

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Cuesta trabajo entender que un tenista mexicano haya ganado algunas vez un Gran Slam pero fue cierto; no estamos hablando de una leyenda urbana, no es un mito, nadie nos lo contó. Era el año 1963 y se celebraba la edición 33 de esta justa, sin pensar que “El Pelón” vencería en la final a Franck Froehling 7-5 6-4 6-2 y así, convertirse en uno de los más grandes deportistas mexicanos de los 60.

Desgraciadamente sus años de gloria no duraron tanto como se esperaba. Mientras iba en un avión, éste tuvo un percance en una zona montañosa que cobró la vida de 79 personas, entre ellas un héroe nacional y uno de los mejores jugadores que empuñaron una raqueta de tenis.

Wimbledon fue de sus primeros torneos ganados importantes, lo hizo en dobles junto al estadounidese Dennis Ralston en 1960, al siguiente año llegó a la final del ahora US Open y la perdió junto con Antonio Palafox, en el 62 comenzaría a dar de qué hablar al ganar por primera vez en EU nuevamente con su pareja mexicana.

1963 fue el año de ensueño. Ganó en singles el US Open, venció en Wimbledon a los franceses Jean-Claude Barclay y Pierre Darmon en la final de dobles (4-6 6-2 6-2 6-2) y para terminar terminar llegó a la final de parejas en suelo norteamericano con Palafox en donde, para su desgracia, cayeron frente a Chuck McKinley y Dennis Ralston.

El “Pelón” Osuna, sin temor a equivocarnos es el mejor tenista en las historia de nuestro país, que de por sí no es muy rica, pero que cuando tenemos a una clase de personaje com éste, nos hace vibrar como pocas veces. Un jugador veloz, atrevido y feroz frente a la red merece ser recordado por nosotros.

Posiblemente una estatua y un estadio en nuestro país con su nombre, no sean suficientes para alabar a un hombre de la categoría que tenía Osuna, por la cual ingresó al Salón de la Fama en 1979 pero que conforme pasa el tiempo y los intentos de otros compatriotas por sobresalir en el deporte blanco, el suyo se va borrando poco a poco.

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