El funcionamiento de la ouija o güija definitivamente no está relacionado con los “espíritus”. En realidad se trata de un fenómeno psicológico conocido como “efecto ideomotor”. Gracias a él hacemos movimientos involuntarios que no percibimos como nuestros.

No se sabe bien cómo ni cuándo apareció la ouija, pero se hizo popular a finales del siglo XIX junto con otros fenómenos supuestamente paranormales. Para los que no la conocen, se trata de una tabla (generalmente de madera o de cartón) que tiene algunas letras grabadas. Normalmente se usa una copa puesta al revés. Los participantes de este juego ponen un dedo encima de la copa y hacen preguntas. Supuestamente las respuestas vienen de los espíritus, pero ¿qué ocurre en realidad?

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Para poder explicarlo te sugerimos un experimento. Toma un pequeño botón o un anillo y amárrale un cordón de unos treinta centímetros. Sostén el cordón enfrente de ti de manera que el objeto quede colgando y trata de no mover el brazo; verás que empezará a hacer movimientos circulares. Ahora trata de pensar que el movimiento circular en dirección a las manecillas del reloj significa “sí” y el movimiento contrario significa “no”. Con esto en mente, haz un pregunta y verás que el anillo va a responder.

En realidad el objeto no se mueve por sí mismo, sino que lo hace por el movimiento inconsciente de tu brazo. Este es el principio que hace que parezca que la ouija funciona. La clave de esto es que nos sentimos convencidos de que el movimiento no lo hacemos nosotros.

El “efecto ideomotor” es un movimiento inconsciente que se produce sin ningún estímulo externo. No funciona como los reflejos, pues estos necesitan, por ejemplo, un pequeño golpe en la rodilla. Este efecto se relaciona con el trabajo del Dr. Daniel Wegner, La ilusión de la voluntad, el cual sugiere que, por ejemplo, el proceso mental para mover la mano es diferente al proceso que convence a nuestra mente de que nosotros lo hicimos a propósito. Así es como una tropa militar se mueve por órdenes sin la sensación de que lo hacen a propósito.

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Cuando tú juegas con tus amigos con la ouija, aplica un principio parecido. En realidad todos están dirigiendo las respuestas con sus movimientos, sólo que se convencen de que sus movimientos son involuntarios. Dado que el movimiento y el convencimiento son dos procesos mentales separados, uno puede darse sin el otro. La prueba de esto se encuentra en un experimento que practicó Larry Bayou. En él, cubrió los ojos de los participantes mientras jugaban a la ouija y no se formó ni una sola palabra.

Puede ser muy divertido jugar a la ouija, aunque debes saber que ningún espíritu interviene en ello.

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*Vía BBC

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