¿Quién no ha soñado con poder provocar o provocarse orgasmos de manera fácil y rápida? Esto ha estado cerca de volverse realidad varias veces, aunque ahora la posibilidad es más real gracias al Orgasmatrón.

¿Y qué diantres es un Orgasmatrón? Al escuchar el término por primera vez me imaginé un robot transformer masturbador, lo cual suena bastante raro pero no está tan alejado de la realidad. Después supe que se trata de un implante conectado a la columna vertebral, capaz de causar orgasmos por medio de señales emitidas son sólo presionar un botón. Su inventor es el doctor Stuart Meloy, quién tras años de permanecer en las sombras con su invento, nuevamente tiene los reflectores encima.

El origen del Orgasmatrón

El doctor Meloy cofundó la clínica Advanced Interventional Pain Management, en donde trataba a pacientes con dolores crónicos usando implantes electrónicos conectados a los nervios de la columna vertebral; dichos impulsos disminuían sus dolencias.

En uno de estos tratamientos, uno de los pacientes presentó un raro efecto secundario nada desagradable: sintió intensas oleadas de placer. Ante esta fortuita casualidad, Meloy quiso sacarle provecho a la situación y perfeccionar esa poderosa tecnología con la que podría tratar las disfunciones sexuales de hombres y mujeres. A este invento lo llamó Orgasmatrón.

Los problemas para que el botón del placer sea una realidad

Esto sucedió hace más de una década, pero contrario a lo que muchos hubieran pensado, el Orgasmatrón no se desarrolló como Stuart Meloy hubiera querido. Si bien su carrera como médico iba en ascenso su invento no atrajo ni el interés de sus colegas ni a inversionistas que se interesaran en poner el dinero necesario para echar adelante el proyecto. Por ejemplo, tan sólo un generador cuesta US$25,000.

Entonces únicamente logró una mención en un artículo de la revista New Scientist hace 13 años, mismo que un sitio web en Reddit retomó recientemente e hizo que la prensa volviera a mirar nuevamente la idea de Meloy, quien dice que su invento podría funcionar con una fuente de energía pequeña suficiente para tenerlo funcionando por una hora.

“En mi humilde opinión, no creo que sea tan necesario recibir constantemente impulsos eléctricos para tratar la disfunción sexual. ¡Algunos debemos ir a trabajar!”.

Otros problemas para echar a andar este noble proyecto son el no poder convencer a ningún laboratorio médico de diseñarlo y también la incertidumbre de encontrar quién invierta en el Orgasmatrón:

“Las compañías de seguros no costearían algo experimental o en fase de investigación”, señaló Meloy.

meloy_s

Si bien Meloy ha colocado cientos de dispositivos en varios pacientes con dolor, y varios de ellos “sufrieron” el efecto secundario del placer, hacerlo para tratar problemas sexuales violaría ciertas normas, además de que claro, aún no se ha demostrado que las descargas de placer sean efectivas para la disfunción.

Si Meloy quiere que su Orgasmatrón sea aprobado por la Agencia de Control de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), debe realizarse una prueba clínica que cuesta 6 millones de dólares, dinero del que no dispone actualmente.

La tecnología que querían para torturar enemigos

Meloy no ha sido el primero en considerar el control a voluntad del orgasmo en los humanos. En los años cincuenta un médico estadounidense llamado Robert Gabriel Heath, quien trabajaba en el tratamiento de trastornos psicológicos en el departamento de psiquiatría y neorología de la Universidad Tulane en Nueva Orleans, quiso desarrollar un tratamiento para incentivar al placer, similar a la lobotomía pero menos destructivo.

Para ello se valió de la electroterapia, haciendo hoyos pequeños en los cráneos de los pacientes en los que introducía electrodos de metal muy delgados cuyos impulsos eléctricos llegaban directamente al cerebro. Así descubrió que si estimulaba el área septal, se inducia una oleada de placer que bloqueaba el comportamiento violento y generaba placer.

orgasmo_opc1

La mayoría de los pacientes pudieron autocontrolarse, teniendo así una forma de graduar su propio estado de ánimo. Aunque claro, no faltó quien se puso abusado y se administró 1,500 dosis en sólo tres horas (es en serio). Las ratas en las pruebas de laboratorio tampoco se administraron y se auto infringieron estos estímulos hasta el cansancio.

La creación de este botón hizo que Heath fuera visitado por agentes de la Agencia Central de Inteligencia que estaban interesados en saber si esta tecnología era capaz de controlar la mente de los enemigos o de infringirles dolor durante los interrogatorios. Por fortuna, Heath los corrió de su laboratorio.

“Si quisiera ser un espía, lo sería. Yo quería ser un doctor y practicar la medicina”, le comentó al New York Times sobre el incidente.

Los toros románticos

El investigador José Manuel Rodríguez Delgado también pensó en manipular las sensaciones placenteras del cerebro, conectando transmisores de radio a estimuladores cerebrales eléctricos, los cuales funcionaban con un control remoto.

Para probar su tecnología se metió a un rodeo y logró detener a un toro antes de que éste embistiera contra él. Incluso con sólo un control remoto lo hizo girar en círculos y bramar. En 1969, Rodríguez publicó el libro Physical Control of the Mind: Toward a Psychocivilized Society, donde mencionaba la importancia que podrían tener los implantes cerebrales para la humanidad.

“Si todos estuviéramos de acuerdo en recibir implantes para controlar nuestro temperamento y nuestros traumas, el mundo sería un lugar mejor”.

Estos planteamientos generaron gran polémica en la opinión pública, y cuando dos de sus colegas insinuaron que estos implantes podrían ser usados para tranquilizar a los ciudadanos afroamericanos en las manifestaciones, los fondos para este tipo de investigaciones desaparecieron. La llegada de medicamentos para las enfermedades mentales fueron el último clavo del ataúd de estas iniciativas.

El futuro del Orgasmatrón

La idea de beneficiar a la gente con sus dispositivos le emociona a Meloy, quien rechaza el uso de su invento como medio de control para la sociedad. Ahora espera sacarle provecho al interés que nuevamente ha desatado su Orgasmatrón para obtener los apoyos necesarios y echar adelante su proyecto.

orgasmatron222

De todas formas no debemos emocionarnos, para Petra Boynton, doctora e investigadora sexual del University College London, eso de traer un botón de placer integrado será algo que tardará mucho en ser realidad y cuyo funcionamiento óptimo es difícil de lograr.

“Aún no he visto un dispositivo, medicamento o producto que ofrezca resultados significativamente mejores que los placebos para tratar problemas sexuales. Me preocupa la idea de que se ofrezcan intervenciones quirúrgicas en casos que probablemente se tratarían mejor con terapia, o con información sobre las opciones a la hora de obtener placer y el funcionamiento de nuestros cuerpos”.

¿El Orgasmatrón llegará a ser una realidad? Sólo el tiempo lo dirá. Por cierto, ¿a ustedes les gustaría poder controlar los orgasmos por medio de un botón?

*** Vía BBC Mundo

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

Comentarios

Comenta con tu cuenta de Facebook