A pocos días de comenzar el máximo evento futbolístico, cuyos días previos han sido marco para diferentes manifestaciones, muchos otros gobernantes ya se estarían mordiendo las uñas, intentando resolver el asunto para que las protestas no le aguaden la fiesta… pero la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, se toma las cosas con calma y, conocedora de cómo es la gente de su país –o al menos eso piensa ella- llamó a mantener la calma, que al fin las cosas van a tomar su lugar:
“Tengo absoluta certeza de que el pueblo hará como siempre hizo: va a juntar a los amigos, a la familia, a la comunidad, va a comprar una cervecita, encender el televisor y ver el Mundial hinchando por nuestra selección”.
Lo anterior fue mencionado por la líder sudamericana mientras se encontraba en una reunión en la localidad de Poços de Caldas, Minas Gerais, teniendo como antecedentes inmediatos las diarias manifestaciones que se han presentado en ciudades como Rio de Janeiro y Brasilia por parte de maestros y grupos indígenas, unos tratando de obtener más recursos para la educación, mientras otros exigiendo el respeto a sus territorios.
Pese a las protestas, Dilma tiene seguridad de que será un buen Mundial, aludiendo que si bien ahora se está exigiendo mayor inversión en educación, salud y transporte, tomando como punto de partido el millonario gasto que se ha hecho para la realización de la Copa del Mundo, al final todo lo construido en torno a la justa deportiva queda “para el pueblo brasileño”.
Mientras tanto, en Rio, un grupo de profesores intentó llegar hasta el estadio Maracaná para concentrar su protesta, en tanto que en Brasilia hicieron lo propio en dirección al estadio local, el cual será escenario de siete partidos de los encuentros que conforman la Copa del Mundo.