Unas semanas después de que Jorge Bergoglio fuera elegido como el nuevo Papa de la Iglesia Católica, se difundió un texto que escribió el entonces arzobispo de Buenos Aires, y que pudo ser determinante para que los cardenales lo eligieran durante el pasado Cónclave.
El documento fue dado a conocer por el arzobispo de La Habana, el cardenal Jaime Ortega, quien fue uno de los 115 cardenales que participaron en el Cónclave.
El discurso fue dicho por Bergoglio en una de las congregaciones de cardenales previas al cónclave. En él menciona que “la Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no sólo las geográficas, sino también las periferias existenciales”.
Tras haber dicho su discurso, Jaime Ortega le pidió el texto a Bergoglio sin sospechar que días después sería elegido Papa. Aunque no las tenía por escrito, tras la petición el futuro pontífice las redactó de su puño y letra. Al darse a conocer la elección del Conclave, el arzobispo cubano guardó ese original “como un tesoro especial de la Iglesia y un recuerdo privilegiado del actual sumo pontífice”.
Después de pedirle permiso al Papa Francisco, Ortega leyó el discurso el pasado sábado, durante su homilía en la Misa Crismal que celebró en la catedral de La Habana. El texto también fue difundido en la página web de la revista La Habana Palabra Nueva, perteneciente a la arquidiócesis de la capital cubana.
En el escrito Bergoglio se centra en cuatro puntos. En ellos critica a la Iglesia por haberse vuelto “autorreferencial” y caer en el narcicismo teológico.
“Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar, deviene autorreferencial y entonces se enferma”.
También llama a la iglesia a que retome su misión evangelizadora y delineó las tareas que debía desarrollar el próximo pontífice:
“(debe ser un hombre que) ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de la dulce y confortadora alegría de evangelizar”.
Por si les ocupa, les dejamos este discurso, cuyo título es “La dulce y confortadora alegría de evangelizar”:
Si no le entendieron a la letra, aquí la trascripción:
“Se hizo referencia a la evangelización. Es la razón de ser de la Iglesia. – ‘La dulce y confortadora alegría de evangelizar’ (Pablo VI). – Es el mismo Jesucristo quien, desde dentro, nos impulsa.
1.- Evangelizar supone celo apostólico. Evangelizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria.
2.- Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma (cfr. La mujer encorvada sobre sí misma del Evangelio). Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones eclesiales tienen raíz de autorreferencialidad, una suerte de narcisismo teológico. En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere a que golpea desde fuera la puerta para entrar… Pero pienso en las veces en que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir. La Iglesia autorreferencial pretende a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir.
3.- La Iglesia, cuando es autorreferencial, sin darse cuenta, cree que tiene luz propia; deja de ser el mysterium lunae y da lugar a ese mal tan grave que es la mundanidad espiritual (Según De Lubac, el peor mal que puede sobrevenir a la Iglesia). Ese vivir para darse gloria los unos a otros. Simplificando; hay dos imágenes de Iglesia: la Iglesia evangelizadora que sale de sí; la Dei Verbum religiose audiens et fidenter proclamans, o la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para sí. Esto debe dar luz a los posibles cambios y reformas que haya que hacer para la salvación de las almas.
4.- Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de ‘la dulce y confortadora alegría de la evangelizar’”.