Ante la persistencia de las protestas en Turquía, mismas a las que hoy se suman los sindicatos, los policías han utilizado de nueva cuenta bombas de gas lacrimógeno y chorros de agua par dispersar a las decenas de miles de manifestantes en Estambul y en Ankara (la capital).
El uso de la fuerza pública ya ha provocado la muerte de dos manifestantes y mil 480 personas han resultado heridas. Ante esto, el vicepresidente Bulent Arinς pidió disculpas por la violencia excesiva, contrastando con la manera en que se expresó el primer ministro Recep Tayyp Erdogan, el cual calificó a los manifestantes de «extremistas», «vándalos» y hasta aseguro que estaban siendo mandados por las fuerzas políticas opositoras del Gobierno (¿a alguien más le suena esto a lo que decía Codwell de los que se manifestaron en contra de Peña Nieto el año pasado? Antes no los llamaron porros. Además, recordemos que las televisoras turcas en un principio prefirieron pasar miss Turquía antes de televisar las protestas).
El vicepremier expresó:
«Me disculpo ante quienes sufrieron la violencia por ser sensibles a las cuestiones ambientales»
Añadió:
«lo que hizo perder el control fue la utilización de gases lacrimógenos por las fuerzas de seguridad contra personas que tenían inicialmente exigencias legítimas»
Pues sí, la protesta inició en contra de que se derribaran los árboles de un parque, pero ante la respuesta del Gobierno (la llamada «violencia excesiva»), la protesta se convirtió en una protesta en contra del proceder del Gobierno, en pro de una inclusión de la ciudadanía en el proceso político; inició con algo concreto, y después se convirtió en un símbolo de todo lo que no funciona con el sistema político turco.
Ante las reacciones del gobierno se pudo oír en el quinto día de manifestaciones:
«Aquí están los vándalos, ¿dónde está Tayyip?»
Para muchos, la inconformidad de los ciudadanos turcos creció en el momento en que Erdogan (quién ha ganado tres elecciones nacionales consecutivas) al imponer reformas conservadoras de cuño islámico (la población de Turquía cree mayoritariamente en el Islam, pero Turquía es un país laico).
Por otra parte, la confederación gremial CISK, la cual representa a unos 420 mil trabajadores, anunció un llamado a la huelga, al sumarse a las multitudinarias movilizaciones.
Al parecer la protesta se ve nutrida por una gran variedad de personas que van desde derechistas, a estudiantes, kurdos y comunistas.
Uno de los manifestantes llamado Yasar (el cual ha sido herido en las represiones a las protestas) declaró:
«Erdogán está acumulando mucho poder político y económico. La gente no lo sabe, pero miembros de su familia están implicados en la construcción del centro comercial proyectado en Gezi»
Otro joven llamado Akim dijo:
«hablan del florecimiento económico turco, pero el crecimiento se ha basado en privatizaciones y en la venta de empresas públicas a extranjeros. Además, el desempleo aumenta»
