El pasado 7 de mayo el centrista Emmanuel Macron ganó la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Francia. El candidato independiente se impuso a Marine Le Pen, del Frente Nacional, por una diferencia avasalladora: 66.10% de los votos frente a 33.90% de la ultraderechista. Así, pues, los franceses eligieron al político que se autodenominó “ni de izquierda ni de derecha”. Como suele pasar por nuestros lares, los así llamados líderes de opinión encontraron en Macron, el presidente más joven en la historia de Francia, a una figura llamativa y digna de reverencia. Distintos columnistas se dedicaron, en los días siguientes, a buscar paralelismos entre el flamante mandatario francés y políticos mexicanos inmersos en el panorama presidencial del próximo año.

El periodista Carlos Loret de Mola describió a Macron, en una de sus colaboraciones en El Universal, como un político independiente, un candidato antisistema, pero no antiestablishment, y que fundó su propio movimiento (En Marche!) con el cual logró “entusiasmar, conquistar” a los votantes franceses. El columnista escribió que ante el descontento general que existe contra la clase política, es posible que surja una figura en México (“desde la izquierda, la derecha o el régimen”) que represente una alternativa real a los partidos tradicionales. El escritor y exdiplomático Jorge Castañeda declaró el pasado 8 de mayo que el senador Armando Ríos Piter, potencial candidato independiente a la presidencia, era el perfil más parecido al de Macron.

Entonces, Castañeda recalcó que entre todas las personalidades que buscan llegar a Los Pinos en 2018, el experredista es el que tiene mayor experiencia tanto como legislador como de funcionario, tiene una gran formación académica y una “importante presencia internacional“. En una entrevista, el excanciller Castañeda relató lo siguiente: “creo que tiene mucha semejanza Ríos Píter con Macron: en edad, frescura, y esa capacidad de morder, jalar gente, del electorado de izquierda, de centro, e incluso del centro derecha”. El Jaguar Ríos Piter también fue elogiado por la escritora Guadalupe Loaeza, quien con un tuit dio por comenzado el pitorreo interminable del Macron mexicano: “Mientras tomaba un café con el Sen. Armando Ríos Piter y lo escuchaba hablar de su candidatura independiente me dije: es el Macron mexicano“.

Y de ahí pa’l real todo ha sido un manoseo inclemente de nombres y figuras y una búsqueda incesante por apodar a cualquiera con el apellido del presidente francés.

Armando Ríos Piter, ¿el Macron mexicano?
Foto: Facebook

En ese afán por buscar parentescos entre los políticos más notables o ruidosos del extranjero y los nuestros, las cosas terminan por salirse de las manos y descontrolarse. Hasta convertirse en algo totalmente irrisorio. Para poner un ejemplo: Andrés Manuel López Obrador ha sido motejado durante los últimos años y los meses más recientes como “el Chávez mexicano”, “el Maduro mexicano”, “el Bernie Sanders mexicano” o como “el Trump mexicano”. A propósito de las elecciones en Francia, también se le relacionó con Marine Le Pen, la ultraderechista del Frente Nacional. El argumento principal para relacionar la figura del político oriundo de Macuspana con figuras de corrientes ideológicas tan distintas y hasta opuestas es que don Andrés Manuel “es un populista”. ¿Acaso podría ser más ridículo?

En ese mismo sentido, Macrones mexicanos han surgido por racimos. Pareciera que cada semana sale uno nuevo. Los hay de todos colores y sabores. Además de Ríos Piter, nuestra opinocracia y nuestros representantes políticos han propuesto para este rol a personajes como Ricardo Anaya, dirigente nacional del PAN; José Narro Robles, secretario de Salud; Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno de la Ciudad de México; y hasta a Vidal Soberón, titular de la Secretaría de Marina. En la discusión también se han sorteado nombres como el del periodista Pedro Ferriz de Con y Emilio Álvarez Icaza, líder del movimiento Ahora y exsecretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. De acuerdo con el periodista Antonio Martínez Velázquez, algunos de estos candidatos son agrupados bajo estas etiqueta porque comparten —una que otra—  de estas características (según sus promotores):

1.- Son jóvenes y se nos ha repetido hasta la saciedad que necesitamos gente joven en el gobierno.

2.- Estos personajes pueden presentar un proyecto que pueda convencer y agrupar a votantes tanto de izquierda como de derecha.

3.- Muestran un liderazgo por fuera de los partidos políticos.

Emmanuel Macron, presidente de Francia
Foto: Julian Finney/Getty Images

Antes de preguntarse quién es el verdadero Macron mexicano, deberíamos de preguntarnos si realmente necesitamos uno. Como Diego Castañeda, colaborador de Sopitas.com, indicó este viernes en su columna, hay que tener en cuenta algo tan simple como que las condiciones en México no son las mismas que en Francia. “La idea de que debemos buscar en el exterior la solución a los problemas de México es una idea muy antigua y muy equivocada“, escribió Castañeda en su más reciente artículo (en este enlace lo pueden consultar en su totalidad). Por su parte, Martínez Velázquez señala que la idea del Macron mexicano está viciada desde su origen. Los sistemas de gobierno y de partidos políticos son muy distintos. Además, dejando un poco de lado estos aspectos, ¿están seguros de que no hemos tenido ya a algún Macron?

Hagan este ejercicio (con información de @antoniomarvel): piensen en políticos jóvenes que se convirtieron en presidentes, con un discurso pragmático y gris, que propusieron flexibilización del trabajo, que presentaron un paquete de reformas estructurales y que estuvieron dispuestos a privatizar ciertos sectores. ¡Bien hecho! Acaban de describir a los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto. Ahora, las personas que hacen una búsqueda intensiva para dar con el símil del presidente de Francia, hay que tener en claro que Macron no es la figura fantasiosa, inmaculada y redentora que se nos pinta y que en gran parte su triunfo es resultado de la segunda vuelta y el temor al posible triunfo de la candidata radical Marine Le Pen.

El Macron francés (el verdadero) no salió de la generación espontánea. Fue ministro y asesor económico durante la administración de Francois Hollande y fungió como el enlace entre el empresariado y el gobierno. Aunque su condición de candidato independiente lo dibujó ante los ojos de algunos como una alternativa a los partidos políticos tradicionales, en la práctica es un “hombre del sistema” que defiende las políticas económicas actuales. El presidente de Francia tuvo un ascenso meteórico con el apoyo de Hollande: en abril de 2016 fundó En Marche!, con el apoyo del mandatario socialista. Cuatro meses después de fundar el movimiento, dejó su posición en el gobierno. En menos de un año se convirtió presidente. Antes fue alto funcionario de un banco de inversión, cargo en el que se hizo millonario.

Se prevé que En Marche!, el partido de Macron, gane 455 de los 577 lugares que componen la Asamblea Nacional en Francia. Esto significa que sus reformas estructurales pasarán sin contrapeso alguno y por una mayoría basta (¿a alguien le suena el Pacto por México?). En pocas palabras, no tiene oposición. Quizá a eso es a lo que le apuestan los promotores del Macron mexicano. A que haya continuidad a los sexenios pasados. A aprovechar el boom que trajo consigo el político francés de 39 años. A que no llegue un “populista autoritario” a echar pa’trás “todo lo conseguido” hasta ahora (como la reforma educativa o la energética). A que no haya ruptura del proyecto de nación vigente.

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