Enrique Capriles ha caminado toda la campaña. Con los principales medios de comunicación en manos del oficialismo, el candidato de la oposición venezolana se ha dedicado a ir de un lugar a otro, con un discurso renovador y de cambio.

Ayer, una marea roja inundó el centro de Caracas. Era el cierre de campaña de Hugo Chávez, el presidente venezolano que, con más de catorce años en el poder, aspira a extender su gobierno hasta el 2019. Será la tercera vez que se presenta en unas elecciones presidenciales. Sin la maquinaria oficialista, el petróleo y el carisma de Chávez, es imposible entender las elecciones de este domingo.

 

Si Capriles se ha dedicado a caminar toda la campaña, de casa en casa,  es porque el chavismo le ha impedido acceder a los medios de comunicación masivos. En los últimos meses ha visitado pueblos que no recibían a un candidato presidencial desde hace más de cuarenta años. Por el otro lado, aunque el estado de salud de Chávez, quien estuvo en tratamiento contra el cáncer durante los últimos meses, le impidió realizar varios mítines, a cambio, dispone de la maquinaria estatal para difundir su mensaje: la avalancha bolivariana -una ideología política en donde el carisma personal del presidente es el ingrediente principal de una fórmula política que ha encontrado en el boom petrolero su más importante mecenas-.

Venezuela es el tercer productor de crudo en el mundo. Chávez nacionalizó la industria y ha dispuesto de los recursos generados por los millones de barriles de crudo para financiar “las misiones”, los exitosos programas de alfabetización, salud y desarrollo social, que han llevado beneficios a los sectores más pobres de la sociedad venezolana.

Pero, de acuerdo a la oposición, el presidente ha convertido a la industria estatal del petróleo en un gigantesco y semi inoperante sistema de corrupción que se puso en evidencia con la explosión de hace unas semanas en el Centro Refinador del Paranguaná.

Según los expertos, Venezuela produce hoy menos petróleo que hace catorce años, aunque los ingresos se han disparado por el aumento en el precio del crudo.

Capriles, a quien el régimen ha tratado de delinear como un político de derecha, es en realidad un administrador eficiente que fue alcalde un par de veces y gobernador de la provincia más populosa, Miranda, donde implementó las misiones de Chávez con  éxito  y administró eficientemente los recursos del petróleo.

Si hoy las encuestas sitúan a Capriles y Chávez en un empate técnico, es, en gran medida, por la eficiente administración del gobernador de oposición y por la situación económica y de seguridad del país “más bolivariano de Latinoamérica”.

La inversión de la iniciativa privada en al última década se ha desplomado hasta en un 80% por la expropiaciones y nacionalizaciones, Venezuela importa más del 90% de los productos de consumo, entre ellos -paradójicamente- la gasolina, y ha visto duplicar el tamaño del Estado en diez años.

“Va a ganar Chávez porque Chávez son ustedes, porque Chávez es la patria, el futuro, la alegría y la vida”, dijo ayer  el Presidente en su cierre de campaña: “¿Quién es el candidato neoliberal, el de los grandes ricachones, el de los corruptos?”.

Venezuela lo decidirá este domingo.

 

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