En Sopitas.com seguimos con nuestra cobertura de la FIL Guadalajara. No quisimos desaprovechar la oportunidad de ser testigos de la presentación de Nombre de Perro, la nueva novela del escritor sinaloense Élmer Mendoza

Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, formador de novelistas, ganador de múltiples reconocimientos y con novelas que han sido traducidas a siete idiomas, una de las cosas que resaltan en cuanto se conoce a Élmer es su sencillez. Hombre tranquilo, que habla de manera pausada y que a veces da la impresión de ser tímido.

No importa que se le considere uno de los narradores de novela policíaca más importantes de la literatura hispánica. Para este escritor, la vida es más divertida cuando se escribe sin pretensiones.

Acompañado de Roberto Ampuero, quien además de escritor funge como embajador de México en Chile, Élmer Mendoza habló de Nombre de Perro, novela que continúa la saga del detective Édgar “El Zurdo” Mendieta, iniciada con Balas de plata y La prueba del ácido.

En esta nueva entrega, Mendieta nuevamente tendrá que sumergirse en las redes del narcotráfico para ayudar a la jefa de un cártel de drogas. Por si fuera poco, el protagonista de esta historia también debe investigar el asesinato de un dentista, enfrentar una acusación por tortura, convivir con su hijo Jason y reencontrarse con la madre de éste, a quién un marine pretende y con quién “El zurdo” ajustará cuentas pendientes.

Una trama así de enredada, a juicio de Élmer Mendoza, contiene los elementos que convierten a la novela policiaca en algo complejo. “Es construir un engaño que no a cualquiera le sale, se trata de perder al lector más agudo”.

Animado por Ampuero, Elmer compartió su rutina de trabajo: Primero elabora una base en la que construye la novela. Diariamente comienza a escribir a las 5 de la mañana hasta la hora del desayuno, después continúa un rato más.

“Al principio de la novela dejo que los personajes se descontrolen. Hacia la parte final no, yo mando, y si no los personajes no me obedecen… los mató”, confesó riendo.

Cuando se le preguntó qué tanto había de este sexenio en su libro, Mendoza comentó que está toda la indignación de los mexicanos que durante estos años no vieron la suya, así como el miedo de los policías que fueron minimizados por la delincuencia.

Nombre de Perro también habla de la estrecha relación del narco con algunas esferas del poder. Situación peligrosa para un narrador.

“Es complicado manejar la ficción en estos temas, es delicado”, concluyó.

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