Los resultados de la intervención realizada al monumento histórico localizado en el centro de la capital están a la vista de todos, sin embargo, siguen las discusiones al respecto.

De acuerdo con el escultor Ricardo Ponzanelli, la empresa encargada de la intervención de El Caballito – Marina Restauración de Monumentos- estaba “aplicando el método correcto para hacerlo; se trata de una persona capacitada. Si sólo hubieran querido limpieza, hasta con un plumero habría bastado”. Esto en relación a las múltiples acusaciones que se han vertido sobre dicha empresa encabezada por Javier Marina, por el daño irreversible que se ha hecho en la escultura ubicada frente al Museo Nacional de Arte del DF.

“Estaba en lo correcto al usar el ácido nítrico para quitar la pátina, no hay otro camino, no lo dejaron terminar, después se iba a aplicar la pátina al gusto de la Autoridad. No se dañó el original y sagrado bronce, no hay corrosión, la obra no tiene hoyitos”, agregó el artista.

Cabe destacar que el alegato de Ponzanelli no es gratuito, ya que el artista figura como “colaborador” en el proyecto encargado de la rehabilitación y restauración del monumento dedicado a Carlos IV de España y, además de defender el método utilizado para tal efecto, también criticó el presunto valor de los daños realizados a la figura ecuestre: “decir que es de casi un millón y medio de pesos ¡es absurdo! Con ese dinero les fundo otra escultura idéntica”.

Contrario a esta postura se encuentra la especialista en restauración, con estudios en Italia Grecia Francia y una maestría para la detección de obras falsas por la Universidad Complutense de España, Ruanova Abedrop, quien sin darle tantas vueltas al asunto sentenció:

“Javier Marina utilizó un método como si El caballito se tratara de la reja de un parque, o fierro de lugares urbanos (…) Lo que hizo fue una restauración vandálica, como lo explican también términos internacionales (…) para una limpieza estratificada con solventes y no con ácidos, también se debió proteger para evitar daños por escurrimiento. Un buen estudio de zonas dañadas requiere 2 o 3 meses, antes de iniciar los trabajos. Pero hicieron la intervención como si se tratara de la limpieza de una estufa”. 

Por su parte, el propio Javier Marina defendió su trabajo de la siguiente forma: se aplicó “manualmente ácido nítrico rebajado, 10 por ciento agua, 30 por ciento ácido, para retirar la espesa capa de sarro, grasas, restos de pintura, impurezas y demás elementos que en una ciudad como ésta el tiempo va formando en el bronce. No confundir con la benévola pátina que el tiempo genera en los nobles metales que en aleación forman el bronce (…) no todos los especialistas de escritorio de los institutos y organismos relacionados con la preservación del arte en bronce superan la experiencia y sabiduría del apellido Ponzanelli, ¿qué hace el INAH para cumplir sus obligaciones? Sólo ver el estado lamentable de cientos de monumentos”.

Mientras esta discusión, sigue miles de visitantes y habitantes del DF pueden apreciar el actual estado de El Caballito… las autoridades no se ven con muchas ganas de componer el “pequeño” error.

*Vía La Jornada

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