“En la guerra y el amor todo se vale”, recita el aforismo. “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”, receta otro proverbio ancestral. Qué más dan las encontradas posturas ideológicas, los ataques directos entre las distintas partes involucradas, los dimes y diretes, cuando se puede luchar por el bien común. Al menos esos son los argumentos que Alejandra Barrales y Ricardo Anaya, presidentes del PRD y el PAN, respectivamente, para apuntar a una posible alianza rumbo a las elecciones presidenciales de 2018. Los dirigentes externaron que buscan crear un frente amplio de oposición contra el PRI. Aunque, ya enfilados, a lo mejor el rival a vencer termina siendo otro contrincante en común (**cof cof Andrés Manuel cof cof**). La decisión de Barrales y Anaya fue considerada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, fundador del PRD y dos veces candidato presidencial de este partido, como una “enorme torpeza” debido a que los principios de ambas organizaciones “se contradicen prácticamente en todo lo importante”. Derecha e izquierda. Conservadurismo y progresismo.

Por poner un ejemplo, ¿cómo funcionaría esta alianza en temas de derechos humanos? ¿Derecho a la vida desde la concepción o aborto? ¿Qué pasaría con temas de la agenda como despenalización de la marihuana, matrimonio igualitario o adopción gay? Probablemente no haya dos partidos políticos mexicanos que tengan posturas más encontradas que este par. ¿Cómo elegirían a su candidato? Si de por sí cada partido se está enfrentando a su grilla interna. ¿Y acaso ya nadie se acuerda del pasado? Tan sólo en noviembre de 2016, Barrales le pedía al Joven Maravilla que justificara y transparentara los ingresos con los cuales le daba una vida de lujo a sus hijos y esposa en Estados Unidos. Peor aun: la coalición nació acéfala. Hasta ahora, la unión entre el PAN y el PRD en las presidenciales es apenas una posibilidad. Y una que todavía no se ve muy cercana. Los presidentes no están facultados para decidir unilateralmente una alianza de esta naturaleza. Es más, ni siquiera están seguros en sus cargos. Pareciera que en el movimiento en donde “todo mundo cabe” no caben ni siquiera ellos. La alianza es un fantasma, pues.

Margarita Zavala, aspirante panista a la presidencia, aprobó en primera instancia la posible coalición PAN-PRD asegurando que la “política es diálogo, escucharnos unos a otros, no es por fuerza unanimidades, también es competencia, desde luego, pero también es diálogo, y a mí me da mucho gusto que volteemos a ver a los ciudadanos (…) me da gusto que hayan salido con alianza.” (¿Alguien le entendió?). En su colaboración de este lunes para El Universal, la exprimera dama dio marcha atrás a su entusiasmo aliancista y cuestionó a Ricardo Anaya por pensar en posibles coaliciones cuando todavía ni siquiera definen el proceso para seleccionar al abanderado del PAN con miras a 2018. “El anuncio que hizo Anaya junto con Barrales tiene tintes de autoritarismo y parece encaminado a beneficiar únicamente a quien dirige el partido”, escribió Margarita.

¿Se imaginan que en uno de esos giros inesperados del destino el PRD lanzara como candidata a la esposa de aquel presidente al cual acusaron de fraude electoral en 2006? La vida es una tómbola tom tom tómbola/ la vida es una tómbola tom tom tómbola/de luz y de coloooor/ de luz y de colooooor.

Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, alianza PAN-PRD

Foto: Twitter

De acuerdo con el periodista Salvador García Soto, el anuncio de Anaya y Barrales no es ninguna coincidencia. El marco temporal en que se dio, tampoco. A dos semanas de las elecciones en el Estado de México, los líderes de ambos partidos saben que a ninguno de los dos les alcanzará para competir por la gubernatura del Edomex. Con este anuncio, dice el columnista, buscan mitigar sus próximas derrotas electorales en el estado más poblado del país. Según García Soto, con esta alianza el PAN busca no perder su sitio como segunda fuerza electoral a nivel nacional, mientras que el PRD lucha por sobrevivir. Julio Hernández Astillero consideró en su columna del lunes 22 de mayo que, en caso de que los miembros del llamado partido del Sol Azteca aprobaran su anexión al Frente Amplio Opositor, el PRD se volvería en un partido satélite a la usanza del Partido Verde Ecologista de México. Es decir, pasar de ser la máxima fuerza política de izquierda en el país a formar parte de la chiquillada.

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