Por Esteban Romero

Con el paso del tiempo, el autor y periodista Philip Norman se ha impuesto tareas literarias que parecen cada vez más difíciles. Conocido, sobre todo, por ser el biógrafo oficial de los Beatles en su libro Shout!, Norman ha publicado la historia de vida de figuras trascendentales de la cultura británica como Elton John o Mick Jagger. El escritor británico regresa ahora con la encomienda de narrar en ochocientas páginas (publicada en español por la editorial Malpaso) la vida de una de las figuras más incansables de la música: Paul McCartney. A lo largo de sus páginas se percibe a un McCartney perfeccionista, amable y encantador, pero que por dentro carga con muchas inseguridades. Además, Norman elude la dificultad que representa tener que hablar irremediablemente de John, George y Ringo cuando se trata a Paul en los años sesenta. La biografía del autor se presenta como uno de los acercamientos más honestos —y sin tapujos— que se han realizado de la vida de Macca.

En ese tenor, tuve la oportunidad de platicar con Norman acerca del artista que sigue cautivando a viejas y nuevas generaciones.

Mientras preparaba esta entrevista, no podía dejar de pensar en la capacidad que tenemos las personas para idealizar y cubrir con un halo de perfección a nuestros héroes. En tu libro sucede todo lo contrario. Creo que uno de los grandes éxitos de tu extensa biografía consiste en mostrar a Paul Mccartney como un ser humano antes que como una súper estrella musical. ¿Fue tu intención desde un principio presentar este lado menos tratado del ex beatle?

Bueno, quería presentarlo como realmente es y de hecho él es muy diferente de la imagen pública de Paul McCartney. En cierto sentido, uno pensaría que alguien con tal talento que haya adquirido tanta fama y tanta riqueza estaría muy contento consigo mismo. Yo pensé que esto debía ser así y que la amabilidad que siempre muestra a los periodistas y a los fans era una simulación. Pero de hecho él es esencialmente una buena y razonable persona después de todos esos años de ser adulado y honrado, ése es el McCartney real. De hecho, la parte más nueva del libro es precisamente este Paul McCartney que no está para nada satisfecho consigo mismo. Él es bastante inseguro, no por la misma razón que John Lennon lo era, pero sí en la misma medida. Él tiene la inseguridad del gran artista creativo que nunca está satisfecho con su propio trabajo y siempre quiere seguir y hacer más y más.

En el pasado, habías escrito ya dos libros muy interesantes acerca de los Beatles y de la vida de John Lennon. Pareciera que todo lo que se tiene que decir respecto a la época de los “Fabulosos 4” ya ha sido dicho. Sin embargo, tu libro, a mi parecer, tiene una sensación de frescura que no pierde de vista el punto focal: McCartney.   

Estoy muy feliz de que hayas dicho eso porque el problema con la historia es que todos piensan que la conocen, que saben todo acerca de ella y eso es particularmente cierto con los periodistas que reseñan mis libros. Y lo extraño de ellos es que se hacen llamar expertos, pero no les gusta que se les diga algo que no sabían (risas). Entonces las reseñas a menudo dirán que no hay nada nuevo aquí, cuando en realidad podría haber mucho.

Hablando de cosas nuevas, justo algo que me sorprendió bastante de tu libro es cómo vas pintando el contexto del Reino Unido a la par de los hechos en la vida de Paul. Por momentos, además de una narración muy completa, tu libro parece también una guía de la cultura británica.

Eso que dices está muy bien porque justamente traté de mantener un equilibrio. La música pop ha sido parte de la historia y, sobretodo, de la historia de la sociedad desde hace más de medio siglo. Pero puedes enfatizar demasiado en eso, puedes ser muy exagerado al vincular la música con la realidad social: juntar el álbum más nuevo con las acciones que el gobierno está llevando a cabo o lo que está sucediendo en el mundo. Entonces es muy difícil e importante mantenerse en un punto medio entre tomarlo lo suficientemente en serio y tomarlo demasiado en serio.

Sí, de hecho tu libro está repleto de anécdotas curiosas con referencias a canciones en la carrera de Paul que tiene un estilo literario bastante dramático en los momentos trascendentales.

Eso que dices suena bastante bien. Significa, pienso, que la traducción debe ser muy buena (risas).

Bueno, por supuesto, pero ¿decidiste usar algún tono narrativo particular para producir este efecto?

No, usé mi tono como escritor. Quiero decir, yo también soy novelista, he escrito obras de teatro y mucho periodismo, entre otros temas. He entrevistado personas como Muammar Gaddafi e Indira Gandhi, la primer ministra india, además de a muchos primeros ministros británicos. Yo diría que mi tono es una especie de escepticismo divertido en el que, a la vez, tienes que tener entusiasmo por el tema. No puedes tomártelo a la ligera y de manera desdeñosa. Tienes que tomártelo en serio pero no demasiado en serio.

Las mujeres juegan un papel trascendental en la vida de Paul. Lamentablemente, algunos escritores las presentan como meros objetos de adorno. ¿Qué tanta influencia crees que tuvieron personas como Jane Asher y Linda Eastman en su carrera y estilo de vida?

Bueno, mencionaste dos nombres. Ambas tuvieron una gran influencia, pero en muy diferentes maneras. Jane Asher era una muy sofisticada actriz que vivía en el West End de Londres. Ella fue quien introdujo a Paul a los círculos sociales y culturales del país. Él siempre quiso pertenecer a ellos, pero jamás soñó que de hecho lo haría. Lamentablemente, al final, no fueron un noviazgo perfecto. Parecía que lo lograrían, eran la joven pareja de oro de la vida británica, pero cuando Paul conoció a Linda pude entender que ella no era obviamente hermosa ni obviamente encantadora; sin embargo, lo que hizo fue ofrecerle una casa y nadie pudo imaginarse que el soltero más codiciado del mundo de verdad quería establecerse y tener una familia, pero eso es lo que él quería y eso es lo que ella le dio. Al principio, el matrimonio permaneció muy cerrado y desacreditado; él hizo cosas como ponerla en la banda, Wings, sin que ella pudiera tocar absolutamente nada. Pero el matrimonio resultó ser un gran éxito y una tragedia gigante cuando ella murió.

Además de los que ya has mencionado, existen elementos en tu libro que derrumban muchas de las falsas concepciones que se tienen acerca de Paul. Pocos saben de los acercamientos del “chico guapo” a artistas de la contracultura underground como Robert Frazer y de su faceta como un hombre dedicado a su familia.

Cierto. Él resiente un poco el hecho de que John Lennon es recordado como el avant garde, el beatle experimental, y Paul es para todos el que escribe las melodías tiernas. Él fue realmente quien hizo la experimentación porque, al vivir en el centro de Londres, en la casa de la familia de Jane Asher, estaba en contacto con todo lo que estaba pasando en la música de vanguardia, en el teatro y con todo. Él es quien le decía a John que valía la pena venir a ver. Lennon vivía en los suburbios y era muy vago, perezoso. Paul fue en realidad quien dijo: “ey, ven a ver esta exposición presentada por esta mujer, Yoko Ono”. John fue y, bueno, todos sabemos lo que sucedió.

Con el paso del tiempo, y como ya dijiste antes, Paul McCartney ha demostrado ser un hombre persistente que busca renovarse a cada segundo.  ¿A qué crees que se deba que siga siendo un artista con relevancia en días tan cambiantes para la música como los nuestros?

Él pertenece a una clase propia en la manera en la que los Beatles pertenecieron también. McCartney es una especie de institución. Los artistas más jóvenes y más nuevos aún piensan que es un gran honor grabar o tocar con él y, como dices, tiene la habilidad de renovarse a cada segundo, lo cual es una especie de inseguridad porque John Lennon era muy inseguro por su familia y la educación que ahí había recibido; Paul, en cambio, tuvo una muy buena educación y una muy buena familia aunque perdió a su madre por el cáncer a los 14 años. A pesar de todo, tuvo un tranquilo y feliz panorama. Sus inseguridades vienen más por el lado del gran artista creativo que, como dije antes, siempre se tiene que probar a sí mismo. Para él cada noche significa una victoria en la que se gana a la audiencia, tocando por tres horas seguidas sin ninguna intromisión y sin probar un sólo sorbo de agua.

 

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