“La gente que viene de fuera son los responsables de la inseguridad y de llevarse nuestros recursos”, no estamos parafraseando uno de los más polémicos y conocidos discursos de Donald Trump, sino las razones que ofrecen la gente de Dzilam González y Dzilam de Bravo, en Yucatán, para exigir que las autoridades locales echen a los “fuereños” de la región.

Sin la noción de que cualquier persona nacida en el país puede asentarse en el Estado que mejor le parezca, los pobladores de las localidades yucatecas mencionadas piden a las autoridades expulsar a los extranjeros que, en su mayoría, provienen de entidades aledañas: Veracruz, Quintana Roo, Campeche y Tabasco, unas de ellas.

 

Según reporta El Universal, la irracional petición ya es atendida. En Dzilam de Bravo, el alcalde Julio Villanueva Rivero realizó un primer recorrido casa por casa para “invitar” a los “fuereños” a abandonar el municipio. “Invitación” es un decir, ya que la solicitud “a llegarle” fue aderezada con amenazas e insultos. En el caso de Dzilam González el asunto no es diferente: el alcalde Villanueva Romero ya fue por las calles del municipio para pedir a los forasteros abandonar el poblado. Lo que piden los locales no es una violación a los derechos humanos, asegura Villanueva: “únicamente tratan de convencerlos de que se retiren para evitar enfrentamientos y violencia”.

Aunque desde antes los de las dos Dzilam ya traían ganas de correr a los de otros estados, el asalto y golpiza de la que fue víctima un señor de la tercera edad sirvió como excusa para explotar la situación. Obviamente, la culpa cayó sobre los “fuereños”… lo cual no es novedad: a ellos se les culpa de la inseguridad y los robos que en los últimos meses se han reportado. “Esta gente es mala, gente que tiene antecedentes, que han matado. Hay muchos robos de lanchas, están muy bien organizados”, acusa un lugareño.

¿Y cómo llegaron?

En una región dedicada mayoritariamente a la pesca de pepino y pulpo, los forasteros llegaron a los poblados en busca de mejores oportunidades, luego de que en sus lugares de origen las fuentes de trabajo comenzaron a escasear. “Como vi que aquí todo estaba tranquilo, traje a mi esposa y a mis hijos, compramos un terrenito y levantamos nuestra casa”, cuenta Javier Torres, un sujeto que llegó a Dzilam Bravo luego de que fue liquidado en la empresa en la que trabajaba. Otros fuereños llegaron gracias a permisionarios, quienes prefieren traer de otros estados a sus pescadores.

Sin la intervención de las autoridades del Estado, la gente local y las autoridades ya comienzan a establecer cómo se debe de conformar la población y de qué forma los permisionarios habrán de contratar a su personal: “lo que la gente propone es que sólo contraten a personas de poblaciones vecinas, y que no traigan a pescadores de otros estados. También piden que cuando acabe la temporada, los empresarios se encarguen de sacarlos”, explicó el alcalde de Dzilam de Bravo.

Pero qué tal, Trump es el gandalla, ¿verdad?

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