No cabe duda que con talento, cualquier material sirve para darle vida a las más variadas obras de arte. Un ejemplo de que el arte es cuestión de gustos y creatividad, es Motoi Yamamoto, artista japonés que crea increíbles esculturas e intrincados laberintos usando únicamente sal.

Así es… sal de cocina. Esa que usas para echarle a tus papas fritas y que en manos de este artista experimental se vuelver arte.

La historia detrás de la técnica inusual de Yamamoto es triste y trágica. Este artista era un estudiante de tercer año en la Escuela de Arte de Kanazawa. En 1996 su hermana menor murió a los 24 años debido al cáncer en el cerebro que se le diagnosticó dos años antes.

En Japón, la sal tiene un lugar especial en los rituales de la muerte. Al final de los funerales, los asistentes reciben un puñado de sal que esparcen sobre ellos mismos para alejarse del mal. Desde ese momento, la sal se volvió simbólica en la obra de Yamamoto.

Cada una de sus instalaciones requieren una paciencia y concentración absoluta.

“Dibujar un laberinto con sal es como seguir un rastro de mi memoria. Los recuerdos parecen cambiar y desaparecer con el tiempo. Sin embargo, lo que busco es la forma en que puedo tocar un momento preciso en mis recuerdos, algo que no se puede lograr a través de imágenes o escritos”, comentó Yamamoto.

Actualmente una de sus exposiciones se presenta en el Hakone Open-Air Museum, en Kanagawa, Japón, donde está causando un gran revuelo. Si tienes planeado ir próximamente por allá, puedes echarle un ojo.

Al final de  sus exposiciones Yamamoto siempre pide que la sal sea devuelta al mar para hacer de su recorrido un círculo completo.

Aquí algunas muestras de su trabajo:

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