Por Ricardo Quintana Vallejo

Mucho se ha hablado de la primera semana de Donald Trump como líder de la economía más grande del mundo. Y es que el presidente de la nación que compra alrededor del 73% de todo lo que México exporta no ha estado cruzado de brazos. Por medio de la herramienta de la acción ejecutiva, Trump se apura a dar los primeros trazos de su proyecto nacional. A partir de sus acciones podemos empezar a elucidar qué nación imaginan Trump y su equipo, mientras los puntos se conectan y el significado de great emerge.

Entonces, ¿qué nos dicen algunas de las primeras acciones sobre la nación que imagina Trump en el presente y sus planes para que —de nuevo— sea grandiosa? 

Obamacare

Trump acierta, en su primera acción (el día de su inauguración), un golpe al Affordable Care Act (ACA, llamado Obamacare por sus detractores, como burla). Así, permite a la Secretaría de Salud y Servicios Humanos demorar o incluso rechazar cualquier estipulación del ACA que signifique una carga económica en un estado de la nación. En otras palabras, si un estado no quiere pagar el ACA, no tendrá que hacerlo. En lugar de desmantelar el ACA, Trump le da el poder a la federación, y sobre todo a los estados, de desbaratarlo lentamente, para que al desaparecer no duela, como la tortuga que muere en el agua hervida lentamente. Así, empieza a desmoronar lo que muchos ven como un símbolo de socialismo demócrata y del estado de bienestar. Regresan entonces a la época en la que cada quién se responsabiliza por su salud, pues, ¿por qué debería un trabajador en Nueva York pagar la cirugía de algún estudiante que no paga impuestos? Así, Trump imagina a una nación individualista, en la que el apoyo mutuo es señal de debilidad. Su narrativa personal del hombre que trabaja para hacerse millonario toma precedencia.

 

TPP

La salida del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés) significa que la negociación de Obama con 11 naciones no tendrá efecto. En lugar, Trump planea realizar negociaciones por separado. Así, Trump empieza a desbaratar el mito globalizador de los tratados internacionales. Los amantes de la globalización dijeron que llevaría la tecnología y la democracia a los lugares que tocara, pero Trump ve la globalización como una puerta para que países como el nuestro se aprovechen de Estados Unidos.

Cuando anunció su candidatura, Trump preguntó: “¿Cuándo fue la última vez que alguien nos vio ganarle, digamos, a China en un tratado de comercio? Nos matan. Yo le gano a China todo el tiempo. Todo el tiempo” [When was the last time anybody saw us beating, let’s say, China in a trade deal? They kill us. I beat China all the time. All the time]. Trump no ve más a Estados Unidos como un impulsor de la globalización y su supuesto efecto civilizador, pues esto permite que China, Japón y México “maten” a Estados Unidos económicamente: “No son nuestros amigos, créanme. Pero nos matan económicamente. [They are not our friend, believe me. But they’re killing us economically]

Trump imagina una nación sin amigos, aislada.

Mexico City Policy

Trump reinstauró la llamada Mexico City Policy, una política que el republicano Ronald Reagan estableció en la década de los 80 para negar el financiamiento de organizaciones no gubernamentales que promuevan o realicen abortos. Así, Trump reafirma la postura pro-vida que adoptó estratégicamente durante su campaña para complacer e invitar a numerosos cristianos. Así, Trump rechaza la moral secular que manifestó a lo largo de su vida y adopta un proyecto de nación regida por la moral cristiana, personificada en su Vicepresidente Mike Pence, quien, mientras fue el gobernador de Indiana, financió la controvertida terapia de conversión para homosexuales.

 

Dakota Access Pipeline

Durante el año pasado el caso de la Dakota Access Pipeline (DAPL) fue muy sonado. Hacia el final, después de meses de confrontación, Obama decidió detener el proyecto. Pero para el proyecto nacional de Trump no importan las protestas y las voces de los menos privilegiados. Lo importante es la industria, el crecimiento y la creación de empleo a toda costa. Y, por eso, aunque prohibir el acceso de todos los musulmanes a Estados Unidos parece aún algo poco probable, sin duda se construirá. . .

Y, por supuesto, el mentado muro

El muro fronterizo. El pasado miércoles 25 de enero se echó a andar el diseño y construcción del muro, la contratación de 5000 agentes fronterizos adicionales y la militarización de policía local y estatal. Asimismo, se firmó la contratación de 10000 oficiales de migración, la imposición de sanciones a países que no reciban a migrantes indocumentados que se deporten, la creación de una lista de crímenes cometidos por inmigrantes indocumentados y la creación de la “Oficina para Víctimas de Crímenes Cometidos por Extranjeros Extraíbles” [Office for Victims of Crimes Committed by Removable Aliens]. El muro fronterizo es un hecho. Creará trabajos para miles de estadounidenses y materializará la popular idea de que somos enemigos, que nos reímos de ellos, que llevamos drogas, crimen y somos violadores. “Algunos, tal vez, son buenas personas” [some, I assume, are good people], pero la mayoría somos malos.

El país que Trump imagina…

Trump propone que Estados Unidos no se imagine más como una nación de migrantes. Trump imagina una nación individualista, más cristiana, una isla fuerte de la que nadie se reirá porque no habrá nada de qué reír. Ya hay en esta primera semana un proyecto de nación, que, sin amigos ni invitados, se aislará del mundo con barreras físicas, económicas y simbólicas.

Es difícil aún decir con claridad si el proyecto funcionará. Pero sin duda es tiempo de mirar entre nosotros y preguntarnos qué nación queremos. Trump tiene un plan, ¿qué tenemos nosotros?

En sus discursos, en sus tuits, en su maltrato a quien representa nuestro poder ejecutivo y en sus acciones ejecutivas, Trump deja claro que, para lograr la grandeza de Estados Unidos, la humillación y el desdén de México y los mexicanos son necesarios. No podemos detener el muro, no podremos sino recibir a nuestros deportados con compasión. Hay mucho que no podremos decidir, pero que mucho nos afectará.

En dos años tenemos elecciones. En dos años, ¿cómo imaginaremos a México?

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Ricardo Quintana Vallejo es crítico cultural y traductor. Actualmente estudia el doctorado en literatura comparada de la Universidad de Purdue.

Twitter: @quintanavallejo

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