La tormenta de nieve que se registró en Nueva York y otras zonas del nordeste de Estados Unidos en las últimas horas fue “menos destructora” de lo que se había previsto, según confirmó este martes el gobernador de NY, Andrew Cuomo.
Tan pronto como el temporal que provocó la tormenta había disminuido considerablemente, Cuomo ofreció una rueda de prensa para hacer un balance de la situación. Según lo declarado por el gobernante de la ciudad más poblada de EU, aunque esperaban que la nevada alcanzara al menos medio metro, los indicadores de zonas como Central Park registraban un nivel de nieve de 16 centímetros esta mañana.
Cuomo confirmó que la prohibición de circular con vehículos que no fueran de emergencia quedó levantada para la ciudad de Nueva York y otros condados vecinos.
“Gracias a que estaban libres las calles, los equipos quitanieves pudieron trabajar, y así el sistema podrá volver a la normalidad con más rapidez”, declaró.
En días recientes, Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, urgió a la ciudad a tomar precauciones respecto al fenómeno meteorológico que finalmente impactó este martes.
“Esta podría ser una de las mayores tormentas que jamás hayamos visto (…) No hay que subestimar esta tormenta. Preparémonos para lo peor”.
Como medidas preventivas se hicieron cortes generalizados de energía eléctrica, además de cortes en el tráfico aéreo: en el aeropuerto de Nueva York y Boston se han cancelado vuelos internacionales programados para este lunes y mañana martes.
Tras la difusión del terrible pronóstico, ocurrió algo que ya no es novedad: la gente se volcó a los supermercados en busca de víveres para sobrellevar la contingencia.
“Definitivamente estamos viendo una situación bastante grave”, aceptó hace un par de días Mitchell Gaines, investigador del Servicio Nacional del Clima (NWS), departamento que, además de Nueva York, también emitió advertencias para Nueva Inglaterra, Boston, Providence, Nueva Jersey y parte de Filadelfia.