Por Mariana Castro Azpíroz

Antes solía escucharse mucho acerca del “calentamiento global”. Eventualmente el término más utilizado pasó a ser “cambio climático” y recientemente se habla de una “emergencia climática”. ¿Existe una diferencia entre estas expresiones o son sinónimos? ¿Cuándo dejamos de usar una y por qué empezamos a usar la otra?

Porque se está quemando

En los años 70 se sabía que la actividad industrial tendría efectos climáticos, pero no se sabía si de enfriamiento o de calentamiento, por lo que se solía decir “modificación climática inadvertida”. En 1975 el geoquímico Wallace Broecker publicó un artículo titulado: “Cambio climático: ¿estamos al borde de un calentamiento global pronunciado?”. Fue la primera vez que apareció el término “calentamiento global”, y se refería a un aumento en la temperatura en de la superficie de la Tierra.

La expresión cobró popularidad en 1988, cuando uno de los científicos de la NASA, James E. Hansen, testificó en el Congreso de Estados Unidos estableciendo que su causa eran los gases de efecto invernadero. Éstos son el resultado de la quema de combustibles fósiles, atrapan los rayos del Sol en la atmósfera terrestre y los reflejan de nuevo hacia la superficie del planeta, afectando el sistema climático. Sus concentraciones actuales son mayores a las que habían existido históricamente, al menos en los últimos 800,000 años.

Ciencia, política y ambientalismo: ¿Qué historia queremos contar?

El término “cambio climático” engloba los efectos de origen tanto humano como derivados de procesos naturales: variaciones en los patrones cíclicos océanicos, actividad volcánica, mínimas fluctuaciones en la órbita terrestre o en la energía del Sol. Las causas naturales generan cambios que se pueden observar a lo largo de millones de años, a diferencia de las antropogénicas que, en un periodo cortísimo, causaron modificaciones abruptas. En los últimos 650,000 años ocurrieron 7 ciclos de movimientos glaciales. En cambio, solamente desde 1850, se estima que la temperatura promedio global de la Tierra ha aumentado 1°C por década. La de 2010 a 2019 fue la más caliente de la historia; si no tomamos acción inmediata, las temperaturas aumentarán 3.2°C para 2100, provocando daños irreversibles. Los estudios demuestran de manera irrefutable que los efectos climáticos que vivimos actualmente tienen su origen en actividad humana.

Las consecuencias incluyen algunos eventos que podemos relacionar directamente con el calor: pérdida de hielo en los polos y glaciares o aumento de intensidad y frecuencia de desastres naturales como olas de calor, incendios forestales y sequías (no podemos negar ejemplos como los incendios en Australia al inicio del año, en la Amazonía y actualmente en California). Sin embargo, también abarcan otros cambios relacionados al clima, pero que no necesariamente nos hacen pensar en un “calentamiento”: mayor número y potencia de huracanes e inundaciones, cambios en patrones de precipitación, nubosidad y vegetación o aumento del nivel del mar.

Por eso, en este contexto, la comunidad científica prefiere el término “cambio climático”.

Pero también es interesante notar el cambio de uso de la expresión en otras esferas. En Estados Unidos, se popularizó durante la presidencia de George W. Bush cuando en 2002 su consultor, Frank Luntz, escribió un memorándum que alentaba a los políticos a convencer a los votantes de que no existía un consenso en la comunidad científica acerca de si el calentamiento global era causado por actividad humana. La nota también decía:

“Cambio climático es menos aterrador que calentamiento global. Mientras que calentamiento global tiene connotaciones catastróficas atadas a él, cambio climático sugiere un reto más controlable y menos emocional.”

Afortunadamente nació en la sociedad civil y en movimientos ambientalistas una conciencia ecológica, una nueva urgencia por atender la situación del planeta y por tomar acción climática. Entonces, una vez más, se renovó el discurso.

Última llamada

El diccionario de Oxford declaró “emergencia climática” la palabra del año en 2019, luego de que su uso aumentara en un 10,796%. Lo define como “una situación en la que se requiere acción urgente para reducir o detener el cambio climático y evitar daño ecológico potencialmente irreversible, resultante de él”. Ahora existe un movimiento que busca que las jurisdicciones locales declaren este estado de emergencia de manera oficial. Hasta ahora se ha logrado en 1,767 de ellas, donde viven 820 millones de ciudadanos.  Efectivamente, hablar de una emergencia nos hace prestar más atención al tema. Y con mucha razón, ya que sólo nos quedan 10 años para lograr cambios significativos que nos permitan salvar al planeta. Para eso se establecieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que tienen como fecha límite para alcanzarlos el 2030.

cambio climático
Foto: Getty Images

Del 18 al 26 de este mes, los líderes del mundo se reunirán virtualmente en la Asamblea General de las Naciones Unidas en cinco cumbres importantes, entre ellas la Cumbre de Acción Climática y la Primera Cumbre sobre los ODS. Simultáneamente, millones de personas y organizaciones alrededor del mundo harán campañas para insistir en que se tomen las decisiones ambientales pertinentes en dichas reuniones. Este movimiento toma la idea de que el mundo se volteó con la pandemia y es momento de darle la vuelta en la dirección correcta.

Por su parte, Fridays For Future convocó al “Día Global de Acción Climática” este 25 de septiembre. La acción climática es el ODS número 13 y establece que es necesario reducir las emisiones de gases invernadero 7.6% anualmente, comenzando este año (es posible que la pandemia en sí cause un decremento en 6%, pero aún sería insuficiente). Existen soluciones tecnológicas para más del 70% de las emisiones actuales; sin embargo, y lamentablemente, la inversión en combustibles fósiles sigue siendo mayor que la de actividades climáticas.

¿Por qué importa? 

Además de afectar al planeta en sí, el cambio climático amenaza la seguridad alimentaria e hídrica de toda la población. Es una causa directa de degradación y erosión de los suelos y disminuye la disponibilidad y calidad del agua, tanto para agricultura como para consumo. Esto incrementa la competencia por recursos, aumenta las tensiones socioeconómicas, genera disturbios políticos e incremento de violencia y causa migraciones masivas: los refugiados ambientales. Se calcula que para 2050 más de 140 millones de personas tendrán que emigrar de Latinoamérica, África subsahariana y Asia meridional debido al cambio climático.

Las palabras son poderosas y la forma en que nos expresamos siempre tiene nuestros valores de trasfondo. Hay que pensar bien qué mensaje queremos comunicar. La narrativa que construimos durante años puso las necesidades del ser humano por encima de todo, ignorando sus consecuencias. Es momento de crear un nuevo discurso y de tomar responsabilidad.

*****

Mariana Castro Azpíroz estudió biología molecular en la UAM Cuajimalpa. Ha realizado investigaciones en colaboración con el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC, UAM-X); además, se ha dedicado al cuidado y conservación de especies acuícolas endémicas. Desde 2019 se dedica a la divulgación científica y actualmente hace educación ambiental a través de redes sociales.

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Comentarios

Comenta con tu cuenta de Facebook