Por Javier Medina

La ciudad es este espacio en el que nos desplazamos, convivimos y nos asociamos. La habitamos a través de los sentidos y la forma en que está concebida influye directamente en nuestras vidas, pues los entornos cuentan y guían nuestras dinámicas.

 La constitución de Ciudades y Comunidades Sostenibles es parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU hacia 2030 y esto adquiere especial relevancia, pues las actividades de movilidad y de consumo que desarrollamos a diario impactan directamente al ambiente. Respecto a nuestro estado, de acuerdo a proyecciones del Consejo Nacional de Población, Jalisco cuenta en este año con una población estimada en 8 millones 368 mil 602 habitantes, de los cuales más del 80% habitan en localidades urbanas. Desde luego, los contextos son diversos y la región Centro del estado, que abarca el Área Metropolitana de Guadalajara, concentra al 61.9% de la población. No obstante, las emisiones a la atmósfera, la demanda de recursos, el consumo de electricidad y la generación de residuos, son algunos de los impactos que están presentes de manera cotidiana en las ciudades.

Ante esto, es necesario repensar y redefinirlas.

Dar pasos para que éstas estén mejor conectadas, puedan proveer de espacios más seguros y sean capaces de mitigar de manera significativa los impactos negativos que producen en el ambiente; y así, se conviertan en fuente de soluciones a los problemas a que se enfrenta nuestro mundo en la actualidad, y no su causa, tal como lo plantea la Nueva Agenda Urbana.

Durante el periodo más álgido que vivimos por la pandemia ocasionada por el nuevo coronavirus, el planeta “dio un respiro” pues las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera se redujeron hasta en un 6%, el problema es que esto de poco sirve si retomamos los estilos de vida y producción que nos han llevado hasta este momento en el que atravesamos ya por una crisis climática y ambiental. Como lo declaró António Guterres, Secretario General de la ONU: “La biodiversidad está en un pronunciado declive, y las perturbaciones del clima se están acercando a un punto de no retorno”.

Nuestra salud depende de ecosistemas sanos, incluyendo los entornos urbanos, tal como lo establece el principio de One Health. Es necesario construir ciudades armonizadas con los ecosistemas, pues las ciudades dependen de los servicios ambientales de provisión y soporte que generan los ecosistemas; para mantener esos servicios, es indispensable que las ciudades reduzcan su huella ecológica y que, a su vez, aprovechen de manera sustentable los recursos naturales que consumen.

 Sin equilibrio ambiental no existe un desarrollo viable y los contextos locales dan oportunidades para avanzar en ese equilibrio. 

La Construcción de Ciudades y Comunidades Sostenibles va a la par de la generación de sistemas de movilidad que faciliten la conectividad y reduzcan los impactos al ambiente y es aquí donde las ciclovías se posicionan de manera importante. 

Sin duda, la inclusión de espacios para movilidad no motorizada implica un alto potencial para establecer condiciones que nos permitan compartir la ciudad y hacer del espacio público un sitio menos disgregado y, por tanto, plural y equitativo. Las ciclovías pueden ser un primer paso para desarrollar ciudades pensadas en las personas y que cumplan con los principios del Derecho a la Ciudad.

Las ciclovías implican obras y redistribución de los espacios en las calles, lo cual, desde luego, significa que existan cambios y claro está que estos cambios pueden generar disensos y opiniones encontradas. Pero también está claro que privilegiar lo colectivo es una apuesta de cara al futuro. Los acuerdos que nos permitan mejorar la calidad del aire en nuestras ciudades, incrementar espacios verdes y mejorar nuestra salud, serán significado de unidad y de una sociedad que entiende la sustentabilidad y arropa las diversas maneras que existen para habitar y transitar la ciudad.

En el Área Metropolitana de Guadalajara, existen indicadores que urgen a un viraje en su concepción. Contrastan los más de 2 millones 300 mil autos que habitualmente circulan por sus calles y el arbolado urbano que apenas supera el millón con cien mil ejemplares. Además, es necesario reconocer que las calles no son un espacio de disputa donde los automotores lleven ventaja; desde 2009 a la fecha, han fallecido 260 ciclistas y seis decesos ya han ocurrido este año. Las ciclovías van a la derecha, deben ser seguras, eficaces y deben construirse desde la solidaridad y la educación. Convivir en nuestras calles es posible.    

Las apuestas de los gobiernos deben hacer de la conservación de los ciclos naturales y la protección de los ecosistemas una prioridad, darle la espalda a estas agendas sólo compromete nuestro futuro. Las responsabilidades individuales deben ir acompañadas por responsabilidad del Estado.  

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Javier Medina es abogado por la Universidad de Guadalajara con enfoque en políticas públicas y medio ambiente. Militante de Futuro.

Twitter: @javier_medinaP 

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