Por Mariana Castro Azpíroz

22 de agosto de 2020. 

Escribo para dejar registro de que los últimos recursos se han agotado. Oficialmente no queda nada.

Lo anterior podría ser la última entrada de una bitácora misteriosa, pero lamentablemente es la situación de nuestro planeta en esta fecha. El día de hoy terminamos de consumir todos los recursos que la Tierra es capaz de generar en un año. Alcanzamos la sobrecapacidad. Necesitaríamos de 1.6 Tierras para satisfacer las necesidades humanas de 2020. Se calcula que, para mediados de este siglo, la población mundial alcanzará los 10 mil millones. Si no adoptamos un modelo de vida más ecológico e implementamos sistemas sostenibles pronto, no van a quedar recursos que nos permitan continuar existiendo.

Un día que no es para celebrar

Cada año, la Global Footprint Network calcula el “Día de Sobrecapacidad de la Tierra” dividiendo la cantidad de recursos que el planeta puede generar en un año, o biocapacidad, entre la huella ecológica humana, es decir, la demanda anual. Si multiplicamos esto por 365, obtenemos la fecha en que nuestra demanda de recursos y servicios ambientales excederá la cantidad que la Tierra puede regenerar. La biocapacidad de un país se refiere a su área (en tierra y mar) que es productiva biológicamente: bosques, campos para ganadería, cultivos, área construida y zonas pesqueras. La huella ecológica mide la demanda de una población de: comida y fibras vegetales, productos ganaderos y pesqueros, madera y otros productos del bosque, espacio para infraestructura urbana y bosques para absorber las emisiones de dióxido de carbono que genera.

Ambos se miden en hectáreas globales. Cuando la huella ecológica de una población excede la biocapacidad de su área disponible, tiene un déficit ecológico. Entonces, el país tiene que importar biocapacidad a través del comercio, a la vez que acaba con sus recursos nacionales y genera emisiones de carbono. El caso inverso es un país con reserva ecológica: posee más recursos de los que consume anualmente.

Hasta 1973, México contaba con una reserva ecológica. Al año siguiente estábamos en ceros: como país consumíamos exactamente la misma cantidad de recursos que generábamos al año. Para 1977, teníamos un déficit del 10%. Hoy en día es del 122%. Somos el noveno país a nivel mundial con mayor huella ecológica: 332,000,000 hectáreas. Considerando nuestra población, esto equivale a que cada mexicano consuma 2.6 hectáreas al año… pero para que los recursos mundiales actuales fueran suficientes, todas las personas tendrían que vivir con 1.7 hectáreas al año.

El COVID-19… ¿al rescate del planeta?

La primera vez que se sobrepasó la biocapacidad antes de que concluyera el año fue el 29 de diciembre de 1970. La fecha se ha ido adelantando, de manera que en los 80 estuvo en noviembre y luego octubre, para 1997 estaba en septiembre y en 2005 pasó a agosto. En 2018 y 2019, fue el 29 de julio. Este año, gracias a la pandemia, la fecha se recorrió nuevamente al mes de agosto: hoy, día 22. Esto es un promedio global, ya que si todas las personas del mundo consumieran al ritmo que lo hacemos los mexicanos, la fecha hubiera sido el 17 de agosto. (Y si consumiéramos como en Qatar, hubiera sido el 11 de febrero.)

La emergencia por COVID-19 hizo que utilizáramos 8.4% menos productos de los bosques y que generáramos 14.5% menos emisiones de carbono. Esto representa una reducción del 9.3% en la huella ecológica global. Claramente, la solución a nuestros problemas ambientales no puede ser una cuarentena perpetua; sin embargo, esta situación nos deja muy claro que debemos modificar nuestra forma de vida y que sí es posible lograr un cambio positivo. 

¿Cómo movemos la fecha?

La reforestación, la agricultura regenerativa, las prácticas agroforestales y la pesca sustentable ayudan a mantener un planeta saludable con mayor biocapacidad. Los bosques y los océanos absorben las emisiones de gases de efecto invernadero. Así que no tires basura, planta un árbol, cultiva un huerto urbano, haz composta para tus residuos orgánicos, involúcrate en un grupo de conservación… hay muchas formas de ayudar.

La huella de carbono representa el 57% de la huella ecológica de la humanidad. Es urgente hacer una transición a energías limpias, en lugar de combustibles fósiles. Se estima que la demanda energética de Latinoamérica y el Caribe se duplicará en los próximos 20 años. Ésta es una región con gran potencial de energías renovables, como la eólica y la solar. De ser aprovechado, podría generar 20 veces más de la demanda proyectada para 2050.

En el Acuerdo de París (2015), México se comprometió a reducir en 25% sus emisiones para 2030. Para contribuir a lograr este objetivo, apaga luces y desconecta aparatos que no estés utilizando. Si tienes auto propio, opta por transporte público, bicicleta o caminar siempre que te sea posible. Dale mantenimiento frecuentemente y comparte viajes. 

Finalmente, un gran problema es la ineficiencia en nuestro sistema de alimentación.

Existe una gran desigualdad en la distribución de la comida. Mientras que existen poblaciones con desnutrición severa, aproximadamente un tercio de la comida producida a nivel global (1.3 mil millones de toneladas al año) se desperdicia. Estados Unidos tira el 40% de sus alimentos. ¡Esto equivale a la huella ecológica total de Suecia y Colombia combinadas, o a la biocapacidad total de Bolivia! Y no sólo se trata del desperdicio de comida y generación de contaminación innecesaria… implica el trabajo y esfuerzo de muchas personas, recursos económicos, de agua, empaquetamiento, transporte… todo tirado a la basura.

Y encima, se atiborran los rellenos sanitarios y la descomposición de la basura genera gas metano: más emisiones de carbono. Así que basta de desperdicios. Compra y prepara la comida en la porción que vas a consumir, no la tengas ahí esperando a que se eche a perder, que no “desaparece” cuando entra al bote de basura.

El pálido punto azul

Reforestar 350 millones de hectáreas movería el Día de Sobrecapacidad de la Tierra 8 días, cortar a la mitad de las emisiones por transporte privado lo recorrería 13 días, y se sumarían otros 13 si generamos 50% menos desechos de comida. Pero si reducimos nuestra huella de carbono total a la mitad, ¡la fecha se retrasa 3 meses! Consumiríamos 1.1 Tierras al año, en lugar de 1.6. Aun así… una sola Tierra solía ser más que suficiente; debemos lograr que lo sea de nuevo. En palabras de Carl Sagan, tenemos una responsabilidad “de preservar y apreciar al pálido punto azul: el único hogar que jamás hemos conocido.”

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Mariana Castro Azpíroz estudió biología molecular en la UAM Cuajimalpa. Ha realizado investigaciones en colaboración con el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC, UAM-X), dedicado al cuidado y conservación de especies acuícolas endémicas. Desde 2019 se dedica a la divulgación científica y actualmente hace educación ambiental a través de redes sociales.

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