Por Luis Fernández Carril

Ayer, 7 de octubre de 2020, muere el Dr. Mario Molina a los 77 años. Se va un ícono y estandarte de la ciencia mexicana y de la defensa del medio ambiente. También se va el tercer premio Nobel mexicano y acreedor de más de 40 doctorados Honoris Causa y de otros premios como el Tyler de Energía y el nombramiento por Naciones Unidas como campeón de la Tierra. Definitivamente, México y el mundo pierden un gran hombre.

Haciendo a un lado las notas sentidas de mucho afecto que inmediatamente se publicaron por parte de las universidades, centros de investigación, organizaciones de la sociedad civil y organismos internacionales, también veremos en estos días numerosos discursos y palabras de profundo aprecio y reconocimiento de políticos oportunistas que probablemente ni saben por qué el Dr. Molina ganó el premio Nobel

Dirán varios políticos que “hoy México y la ciencia de México está de luto” e invocarán todo tipo de elogios y homenajes. Y no es que Mario Molina no merezca grandes elegías y honores, pero estos discursos que veremos no son nada menos que hipocresía y oportunismo.

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Foto: Cuartoscuro.com

Mientras estos politiquillos limpian sus lágrimas fingidas, con la otra mano cancelan el Fondo de Cambio Climático, el Fondo para la Prevención de Desastres Naturales y otros fideicomisos relacionados con los apoyos a la ciencia y la tecnología, como también a la defensa de los derechos humanos para “ahorrar”, entre muchas otras acciones en contra del medioambiente y la lucha contra el cambio climático, mostrando la falsedad de sus homenajes.

El Dr. Molina a lo largo de su vida tuvo que luchar con las hipocresías y el muladar de la política dictada por intereses económicos. En 1974, Mario Molina y Sherwood Rowland publican un artículo donde explican la formación y descomposición del ozono, demostrando que los cluorofluorocarbonos adelgazan la capa de ozono. Con esta publicación, alertarían al mundo de uno de los problemas ambientales más preocupantes hasta el momento. Uno pensaría que, frente al inminente riesgo descubierto, la política movería sus engranes inmediatamente para enfrentar la situación.

Todo lo contrario.

Como ocurriría unos años más tarde a la comunidad científica relacionada con el cambio climático, el Dr. Molina se toparía con la reacción que genera cuando los intereses económicos se topan con verdades incómodas. Con el descubrimiento de Molina, se develó una verdad que molestaba a la industria. Los CFC son productos industriales utilizados principalmente como refrigerantes; éstos se podían encontrar en prácticamente cualquier refrigerador casero. Sin embargo, estos compuestos tienen efectos sumamente dañinos; particularmente, destruyen la capa de ozono. Frente a esta amenaza, resulta imperioso eliminar el producto. Pero lamentablemente, como ya se dijo, esto incomoda a toda una industria.

A partir del descubrimiento, se movió la maquinaria política con rapidez para desacreditar a los científicos, argumentando agendas ocultas y conspiraciones. Debían ser falsas las afirmaciones. No obstante, fue en 1985 cuando una investigación británica y luego otra de la NASA confirmaron lo que Molina mostró una década antes.

Estas investigaciones mostraron con claridad que ya había un adelagazamiento profundo de la capa de ozono sobre la Antártida.

Con esta confirmación, pasaron apenas 2 años para que se firmara el Protocolo de Montreal, que elimina el uso de CFC para proteger la capa de ozono. Éste es un hito del derecho ambiental internacional hasta el día de hoy. Muestra la capacidad de los gobiernos del mundo para lograr pactar un acuerdo tal que evita un futuro catastrófico. Este descubrimiento le ganaría el Nobel a Molina en 1995.

Como se mencionó, esta desacreditación se vería más adelante con los científicos del cambio climático, quienes frente a la denuncia de los profundos riesgos que implica el calentamiento global, han sido calumniados y burlados. Ésta sería la otra gran lucha de Mario Molina, una por divulgar los peligros del cambio climático y fomentar la investigación y formulación de políticas públicas en el tema, a lo que dedicaría el resto de su vida.

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Foto: Centro Mario Molina

Con el pasar de las décadas y ahora con las evidencias fehacientes y palpables del cambio climático, aún ahora se sigue negando el cambio climático o se piensa que de alguna manera los científicos que alertan sus consecuencias son parte de una conspiración mundial. Y si no es por calumniar, la batalla de muchos científicos, incluyendo el Dr. Molina, es por movilizar a la política mundial más allá de la retórica vacía y el lavado verde de promesas falsas.

Una de las últimas batallas fue por enfatizar la importancia del uso de cubrebocas en la presente pandemia y por alertar los riesgos de esparcimiento del coronavirus, otro tema que en EE. UU. principalmente ha sido contencioso y, de nuevo, algunos científicos son calumniados de una u otra manera.

Resulta interesante observar que, en los tres casos, la ciencia ha sido de una forma u otra menospreciada; los científicos calumniados y las verdades científicas aminoradas.

¿Por qué?

Porque la verdad incomoda y se enfrenta en muchas ocasiones a los intereses políticos y económicos, así como a las ideologías detrás de éstos. Y si no se intenta falsear abiertamente la información científica, también se elude las responsabilidades detrás de retóricas vacías y promesas políticas para aparentar que se hace algo por el medioambiente, cuando en realidad no se hace nada.

Así, ahora veremos grandes y sentidos discursos de políticos mexicanos hablando de cómo se nos fue un campeón de la Tierra; cuando escuchemos sus elegías de sobre cómo nos dejó un baluarte de la ciencia mexicana, no permitamos que se nos manipule a través de apelar a nuestros sentimientos. Veamos más allá de la sensiblería política y si en verdad queremos honrar y hacer verdadero homenaje al Dr. Mario Molina, entonces continuemos la lucha por impulsar la ciencia y la acción climática. Salgamos en defensa de la política ambiental en México y el mundo que el día de hoy se encuentra en franco desmantelamiento y exijamos a los gobiernos que dejen la palabrería y en verdad protejan el medio ambiente.

Ésa es la única forma en que, considero, se puede honrar verdaderamente la vida y el trabajo de un mexicano ilustre como el Dr. Mario José Molina-Pasquel Henriquez. 

Que las luchas del Dr. Mario Molina no desaparezcan entre grandes discursos y aplausos mientras se desmantela la protección ambiental.

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Dr. Luis R. Fernández Carril es investigador de ética ambiental y política climática internacional y profesor de planta en el Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla. Actualmente es miembro y Autor líder del Grupo de Trabajo II del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas para el 6to Reporte de Evaluación. Se desempeñó como asesor legislativo y posteriormente como Secretario técnico de la Comisión Especial de Cambio Climático del Senado de la República, LXIII Legislatura de 2015-2018. Sus principales líneas de investigación son la Gobernanza ambiental internacional, las negociaciones climáticas internacionales, adaptación y resiliencia y  ética del cambio climático. Ha publicado artículos e impartido conferencias a nivel nacional e internacional en lugares como la Universidad de Oxford, la UNESCO en París, la Universidad de Yale y la Glasgow Caledonian University en Escocia.

Twitter: @fernandezluis83

 

 

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