Quizá estamos todos tan ocupados, en la escuela, en la casa, en el trabajo que la verdad no tenemos tiempo para preguntarnos por qué son importantes los anfibios. Pero detente un momento y date cuenta de por qué son tan fundamentales estas especies para los humanos.

Los anfibios son los sapos, las ranas, las salamandras y las cecilias. Estos animales pertenecen a un grupo de vertebrados que evolucionaron a partir de peces hace más de 400 millones de años; o sea, los anfibios son mucho más antiguos que nosotros, los humanos, que aparecimos como especie hace aproximadamente 200 mil años.

Características de los anfibios

Los anfibios se caracterizan por tener una piel lisa y altamente permeable que facilita el intercambio de gases, a diferencia de la nuestra que es una piel semipermeable y sólo podemos sudar, pero no podemos tomar agua por la piel; en los anfibios el agua puede entrar y salir a través de ella.

Esta característica los obliga a vivir cerca del agua o en lugares húmedos, ya que, de lo contrario, se desecarían muy rápido. Los anfibios que viven en lugares desérticos o con temporadas de estiaje prolongadas se refugian en troncos, rocas o se entierran esperando a que lleguen las lluvias para salir a alimentarse y reproducirse. Aquellos anfibios que permanecen activos durante la época seca del año presentan sustancias lechosas o serosas que reducen la pérdida de agua a través de la piel, pudiendo así enfrentar la desecación.

sapo México
Rana verde de tierra caliente (Agalychnis dacnicolor)

Otra característica de los anfibios es que presentan un huevo que conocemos como anamniota; es decir, carece de membranas extraembrionarias, así como de líquido amniótico (que sí poseen los amniotas como reptiles, aves y mamíferos). Por sus características, el huevo de los anfibios es altamente propenso a deshidratarse rápidamente por lo que es necesario que estos sean depositados en agua o en suelo húmedo. Como los anfibios no tienen colmillos ni garras y su piel es delgada y carece de protección mediante escamas como los peces y reptiles, plumas como las aves o pelos como los mamíferos, los anfibios se defienden de patógenos y depredadores mediante la secreción de toxinas.

¿Dónde los encontramos?

Los anfibios forman parte de casi todos los ecosistemas terrestres. Únicamente no hay anfibios en la Antártida. Con esto quiero decir que todos los humanos—los más de 7 mil 800 millones de habitantes de la tierra—conocemos a un anfibio. Quizá no todos conozcamos a las salamandras, porque se distribuyen en las regiones templadas del planeta. O a las ceclias que se encuentran en algunos lugares de las zonas tropicales. Sin embargo, pero sí a las ranas y sapos que tienen amplia distribución.

Como parte de los ecosistemas, los anfibios son muy importantes en la cadena alimenticia, por ejemplo en un estudio que se realizó en un humedad, se registraron mas de 360 mil individuos que representaron mas de 1,400 kg en una sola época reproductiva, por lo tanto son muy importantes como alimento para otros animales como serpientes, aves y mamíferos, a su vez, también son depredadores de plagas; por ejemplo un sapo verrugoso como los que habitan en las costas de México o tierras bajas y cálidas puede consumir en una noche hasta un 25% de su peso en insectos.

Defensa natural

Como les comenté, los anfibios secretan sustancias tóxicas para defenderse de patógenos y depredadores y entre estos compuestos se encuentran alcaloides y péptidos. Estas sustancias son compuestos químicos que pueden ser muy importantes como modelos para la síntesis de compuestos con uso potencial en la salud humana. Por ejemplo, se han registrado más de 300 sustancias químicas en la piel de los anfibios. Las secreciones de muchas especies se usan en la medicina tradicional para tratar alergias, inflamaciones; asimismo, tienen el potencial para ser usados en el control del cáncer.

Por otro lado, los anfibios también presentan en su piel una gran comunidad de bacterias, que ahora se sabe pueden tener funciones antifúngicas y bactericidas. Esto es muy importante, porque nos puede ayudar a encontrar inhibidores naturales contra virus y bacterias. Un ejemplo de esto es que la piel de los anfibios presenta una comunidad de bacterias endémicas a su piel que les ayudan a controlar un hongo patógeno que se llama Batracoquitrium dentrobatides o Bd, responsable de la extinción y el declive de más de 500 especies de anfibios en el mundo.

En peligro de extinción

A nivel mundial se han registrado 8,431 especies de anfibios. México ocupa el quinto lugar entre los países megadiversos en riqueza de especies, en el que se conocen hasta hoy 411 especies de anfibios (incluyendo ranas, salamandras y cecilias); de ellas, casi 60% se encuentran en peligro de extinción. Actualmente existe una alerta mundial sobre una extinción masiva de especies. Hay científicos que aseguran estamos viviendo la sexta extinción masiva en la historia de la vida en la Tierra; de entre las especies que más se están extinguiendo, se encuentran precisamente los anfibios.

ranas sapos
Achoque michoacano (Ambystoma ordinarium)

Se estima que más de 41% de las especies de anfibios están en riesgo de extinción. Esto quiere decir que más de 3 mil especies diferentes podrían desaparecer. Las principales amenazas que enfrentan los anfibios son las siguientes: fragmentación y destrucción de los hábitats; contaminación ambiental; enfermedades emergentes; y la cosecha de especies. 

Por eso es muy importante saber quiénes son los anfibios. y porqué son importantes los anfibios. Generalmente, no queremos ni apreciamos lo que no conocemos; por tanto, primero tenemos que darnos un poco de tiempo para admirar a la naturaleza, conocerla, descubrir a los anfibios y reconocer que son muy importantes para mantener el equilibrio de los ecosistemas. Debemos enseñar a nuestros hijos y personas cercanas con nuestro ejemplo el aprecio por la vida. En el largo plazo, esto puede llevarnos a apreciar a los anfibios para impulsar su conservación.

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Ireri Suazo-Ortuño es profesora e Investigadora de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. 

Este texto es una colaboración por parte de la Sociedad Científica Mexicana de Ecología.

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