Martes, cuarto día del festival y la lluvia finalmente parece haber dejado Morelia. Temprano, llegué el cine para ver la primera película del día. Todavía en un estado de semi-somnolencia, me senté cómodamente en la sala, sin nada más que un café en la mano (a esa hora todavía no abre la dulcería).

“Fogo”

Fue así como dio comienzo “Fogo” de Yulene Olaizola (Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo), una cinta que debe su nombre a la fría y distante isla del mismo nombre en Canadá. Ahí nos encontraremos con un impresionante y desolados paisajes, capturados con una espléndida fotografía.

Los pocos personajes que aparecen en el filme (interpretados por las mismas personas del pueblo), apenas y tienen algunos diálogos a la lo largo del filme. La sensación de confinamiento y pesimismo es clara, sin embargo, el recurso de las largas secuencias de los escenarios naturales (hermosos, eso sí) parece desgastarse muy pronto, cayendo en un cine contemplativo que se olvida de entablar un diálogo con el espectador.

“Post Tenebras Lux”

Ya por la tarde, más despierto y sin el estómago vacío, tomé la decisión de ir a ver la última cinta del amado por unos y odiado por muchos otros más, Carlos Reygadas. No se preocupen, la elección fue hecha totalmente consciente de los riesgos que se toman al ver algo de Reygadas. Pobres de aquellos que no lo hicieron así.

Expresamente rebuscada y pretenciosa, la película tiene una historia que se desarrolla en medio de viajes a través lugares y tiempos, a través de sueños y recuerdos (de ahí el foco difuminado). La gran capacidad de Reygadas sale relucir en algunas de esas secuencias (la escena del demonio me parece de lo mejor), sin embargo, esto no es suficiente para cargar con el peso de un trabajo que al final, debajo de toda la carrocería efectista y violenta, parece no tener un motor para caminar.

La ya de por sí cancina fórmula de Reygadas se queda justo ahí, en una fórmula, con elementos incapaces de cuajar en un producto con el que uno pueda (o quiera) quedarse. Y que luego no nos jodan con que esto es cine de arte y “háganle como quieran”.

“Tráiganme la cabeza de Alfredo García”

La verdadera luz al final de las tinieblas, llegó –paradójicamente– en la noche con “Tráiganme la cabeza de Alfredo García”, parte de la serie de proyecciones que se han estado haciendo alrededor de la obra del director Sam Peckinpah.

Una violentísima cinta que al igual que en muchos otros casos, fue inicialmente desdeñada y terminó convirtiéndose en obra de culto. Sobra decir que salvó mi día.

No hay nada más peligroso que un hombre sin nada que perder

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