“Miedo a la obscuridad… Miedo por miedo… miedo a una noche que se repite angustiosamente…”

La frase anterior, aunque confusa, puede ayudar a resumir la esencia de “Una misma noche”, obra con la que el escritor argentino Leopoldo Brizuela obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2012, y que presentó ayer en la FIL de Guadalajara.

Acompañado por el nicaragüense Sergio Ramírez (Premio Alfaguara 1998 con Margarita, está linda la mar) y por el también argentino Andrés Neuman (Premio Alfaguara 2009 con El Viajero del Siglo), Brizuela compartió con los asistentes algunas claves para desenmarañar el misterio que se esconde detrás de su novela.

Explicar la trama de Una misma noche es complicado, pues quien lo intenta debe tener mucho cuidado de no revelar suficientes detalles para que sea precisamente el lector el que se deje envolver por la oscuridad de la trama, y así vivir la experiencia completa de este apasionante thriller.

De lo que podemos decir sin echar a perder ninguna sorpresa, es que Una misma noche arranca desde dos noches claves en la vida de Leonardo Bazán, el protagonista de la historia.

Una ocurre en 1976, en la época de la dictadura argentina en un vecindario de clase media de La Plata. Cuando ‘personas extrañas’ entran a una casa vecina. Leonardo de entonces 12 años, se da cuenta y como acto instintivo comienza a tocar el piano.

La segunda, en el 2010 cuando el mismo Leonardo, ahora convertido en escritor, vuelve a vivir otra noche peculiar. Una madrugada de sábado ve cosas raras, como a un joven “disfrazado de joven” actuando de forma extraña. Entonces también observa un asalto a la misma casa, que ahora es habitada por una vecina.

Este acontecimiento, hace que la mente de Bazán inmediatamente rememore lo sucedido años atrás, y lo haga llenarse de muchas dudas y miedo. Así, Bazán comienza a escribir lo sucedido, encontrando en el proceso respuestas vertiginosas e inesperadas.

Podría decirse que esta introducción que acabo de relatar, es casi autobiográfica para el autor de Una misma noche. Las iníciales del autor de la novela y del protagonista de la historia son las mismas. Ambos son escritores, y vivieron dos noches extrañas. Ambos en su infancia tocaron el piano cuando ‘personas extrañas’ vulneraban viviendas en la época de la dictadura. Y años después, el miedo les volvió.

“Elegí la escena del piano porque no la podía entender. No sé por qué toqué el piano aquella noche en la que se metieron a mi casa. Al escribir esta novela supe por qué el personaje había quedado marcado por esa escena”.

Leopoldo relató que ese mismo miedo está arraigado sólo en miembros de su generación (en 1976 tenía 12 años), pues los que vivieron el dolor e injusticias de la dictadura ya son viejos y olvidaron lo que pasó, y los más jóvenes no lo vivieron.

Andrés Neuman dijo que una de las muchas virtudes que tiene esta novela es la de manejar estructuras del lenguaje cuidadosamente construidas en función de un ritmo que siempre da la certeza de peligro.

Por su parte, Sergio Ramírez la definió como “una novela inteligente y muy cinematográfica”.

Al final, esta presentación tuvo la virtud de no revelar casi ningún detalle de la historia narrada en el libro, pero sí de dotar a la novela de ese toque de misterio que hizo a muchos de los asistentes adquirir el libro para saber qué es lo que encontró Leonardo Bazán después de esas dos noches y cómo cambiarían su vida.

Esta presentación se dio en el marco de las celebraciones por los 15 años de la creación del Premio Alfaguara de Novela, uno de los más prestigiosos de la lengua española, y que entre sus galardonados cuenta con Laura Restrepo, Santiago Roncagliolo, Xavier Velasco y el ya fallecido Eliseo Alberto.

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