En una entrevista con El Universal, Rogelio Jiménez Pons, director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo y el picudo al frente del proyecto del Tren Maya, tuvo la puntada de decir que México “no puede ser conservacionista, porque se necesita mover”.
Desestimando de golpe las críticas a la falta de un proyecto de impacto ambiental en el ferrocarril que pasará por el Mayab —y llevándose de corbata todos los argumentos que sus correligionarios hicieron sobre #YoPrefieroElLago—, el flamante funcionario de la administración de Andrés Manuel López Obrador opina que el problema aquí no es de biólogos, sino es “un problema social y económico”.
Que dice el encargado del Tren Maya que eso de la conservación de la naturaleza es una frivolidad https://t.co/2CMG5XrPPi
— Alejandro Hope (@ahope71) 18 de diciembre de 2018
En su defensa, Jiménez Pons también habló de la importancia de las medidas de mitigación que son necesarias cuando se construye un proyecto de infraestructura.
“En el momento en el que se mueva el país, va a haber un efecto ecológico. Aquí la discusión es cuáles son las medidas de mitigación que tienen que ser en la cantidad y calidad de vida. La filosofía es esa: cuidemos a la gente y la gente va a cuidar también al medio ambiente”, explicaba el funcionario.
Después de que el pejidente le pidiera permiso a la Madre Tierra para hacer el Tren Maya —y que lo dejaran en ‘leído’—, Jiménez Pons decía que la prioridad no puede estar únicamente en la naturaleza y “en detrimento de la parte social y la parte económica”.
Así fue como AMLO le pidió permiso a la Madre Tierra para entrarle a la construcción del #TrenMaya https://t.co/KP1zlMvW4m
— Sopitas (@sopitas) 16 de diciembre de 2018
Se pronostica que en cerca de 4 años, el Tren Maya ya esté recorriendo las vías del sureste mexicano. Así, se convierte, junto a una nueva refinería en Tabasco, en una de las construcciones insignia de esta nueva administración.
*Con información del Universal y fotografía de Luis Cortés