“Judíos y árabes se niegan a ser enemigos”, esa simple frase escrita en una hoja y el beso entre dos personas ha sido suficiente para que una imagen se vuelva viral en las redes sociales e impulse una pequeña campaña para alcanzar la paz entre árabes y judíos.

La foto fue publicada el pasado 13 de julio en Twitter por Sulome Anderson, una periodista de origen libanés, en la que aparece besando a su novio judío mientras ella sostiene la hoja de papel antes mencionada.

Además de la foto, el tuit venía acompañado por la leyenda.

Él me llama neshama (cariño, en hebreo), yo le llamo habibi (querido, en árabe); el amor no habla el idioma de la ocupación.

Aquí el tuit:

“Ay cosis”, diría el ternuringa al ver esta foto. Lo cierto es que dicho tuit ha sido compartido en Twitter más de 4 mil veces y ayudó a difundir una campaña iniciada poco antes por una chica siria y un estudiante israelí del Hunters College de Nueva York. Dicha campaña consiste en subir a la red fotografías de parejas, grupos de amigos o familias compuestas por árabes y judíos que defienden la paz, acompañada de mensajes como “detengamos el odio”, “¿por qué no podemos llevarnos bien?” o “podemos trabajar juntos”.


Esta campaña ha alcanzado tal fuerza, que incluso en Facebook hay una página con el mismo lema (Jews and Arabs refuse to be Enemies) que en tan sólo un par de semanas ya cuenta con más de 41 mil seguidores.

En un artículo que Anderson, de 29 años, publicó en primera persona para New York Magazine, afirma que la fotografía fue subida a Twitter sin pensar en los efectos que podría causar.

“Estábamos de vacaciones y, a sugerencia de una amiga periodista, subimos una foto de los dos juntos en apoyo de lo que entonces era una iniciativa poco conocida.

Algunos nos han criticado por trivializar lo que está pasando en Gaza. Dicen que este conflicto no es sobre el odio entre judíos y árabes, sino sobre un país poderoso oprimiendo a personas más débiles”.

Tal fue el alcance provocado por la imagen, que esta periodista señaló que ya no dará más entrevistas pues considera que la campaña no se trata solamente de ella y su pareja.

Anderson es hija de un periodista estadounidense que en la década de los ochenta estuvo secuestrado siete años por una milicia precursora de Hezbolá, en el Libano. Dice estar de acuerdo con aquello de que Israel oprime a Palestina, pero también defiende la campaña por los efectos positivos que ésta puede generar.

Aunque ella y su novio no siempre comparten los mismos puntos de vista sobre la situación en Medio Oriente, ambos consideran que lo importante en todo este enredo son las personas. Por cierto, el novio fue criado en una familia ortodoxa y de momento ha preferido no revelar su nombre completo.

“Nos gusta que el movimiento ponga énfasis en las conexiones humanas entre personas a las que se ha enseñado a odiarse…”

Comentó esta mujer, quien agradece el apoyo hacia la campaña de todas las personas alrededor del mundo quienes “a pesar de nuestras diferencias, vieron algo en ese mensaje con lo que podían conectar, y eso me da esperanza”.

Sin querer sonar cursis, pues esa no es la intención, resulta aleccionador como algo tan humano como un beso entre dos personas puede hacer ver a un conflicto armado como algo sin sentido.

*** Vía Excélsior

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