En todo el mundo hay comunidades que se enfrentan a crisis humanitarias por conflictos, enfermedades, condiciones de pobreza, etc. Sin embargo, aún en estas condiciones complicadas, el futbol se muestra como un deporte que une.
En el contexto del Mundial que se lleva a cabo en Qatar, la organización Médicos Sin Fronteras nos compartió algunas fotografías que han tomado en distintas partes del mundo.
Por ejemplo, en esta foto, tomada en 2018, aparece Ali Sina, un niño de 13 años que está sentado con su hermano y su amigo en una calle cerca de su casa en Quetta, Pakistán.
Hace 6 meses lo picó una mosca de la arena que le provocó Leishmaniasis, una infección que produce lesiones en la piel y úlceras. Comenzó su tratamiento en el Centro Médico Bolán que está apoyado por Médicos Sin Fronteras.
El futbol en crisis humanitarias
Esta foto muestra a personas desplazadas que juegan en un campo para desplazados en Pulka, estado de bordo, al noroeste de Nigeria.
La desnutrición crónica es un problema grave contra el que se esta luchando en un conflicto entre el gobierno y grupos armados.
Acá podemos a ver a Waleed Ameen, un trabajador comunitario de salud mental de Médicos Sin Fronteras, que organiza sesiones de juego con niños en el campamento para desplazados en Marib, Yemen.
Dos jóvenes, que son pacientes del hospital Amman, en Jordania, están jugando en el patio del lugar.
Se trata del Programa de Cirugía Reconstructiva de Médicos Sin Fronteras para tratar heridas de guerra.
En esta foto se ve a un padre y su hijo jugando futbol en un albergue para poblaciones desplazadas en Dnipro, Ucrania. Generalmente estas comunidades viven sin luz, sin agua potable, alimentos o atención sanitaria.
En un campamento de Tasnimarkhola, en Bangladesh, un grupo de personas refugiadas se reúnen para jugar futbol. Forman parte de la comunidad rohingyas, quienes han estado desplazados desde hace 5 años.
MSF refiere que al menos un millón de personas siguen viviendo en estos refugios de bambú con sobrepoblación dependiendo de la ayuda que les dan.
En los campamentos para personas desplazadas de Bentiu, en Sudán del Sur, los niños se entretienen con partidos de futbol.
Muchas personas permanecen en calidad de desplazados dentro del país a pesar de que el país es independiente. Hay una crisis de seguridad grave.
Este es un campo de refugiados de Kutupalong, en Bangladesh. Los niños juegan futbol en un terreno del que los refugios fueron retirados por el riesgo de monzones. Este es un campo para refugiados de los más antiguos y tiene miles de pequeños refugios hechos de lona, bambú y hojalata.
Una pelota de futbol hecha de bambú es el juguete perfecto para niños refugiados rohingya que están en Cox Bazaar, en Bangladesh.
Médicos Sin Fronteras está recibiendo cada vez más pacientes que necesitan tratamiento para infecciones en la piel, enfermedades transmitidas por el agua, o patologías crónicas como la diabetes y la hipertensión.
Este es un equipo de futbol femenil en Cocoricoó, en Beira, Mozambique. Ellas cedieron el campo de jugo para construir un centro de tratamiento de cólera tras el ciclón Idai, en 2019, que arrasó con todo.
Aquí podemos ver a niños jugando en el campo de Protección Civil de la ciudad de Malakal, en Sudán del Sur. Ahí miles de personas han estado viviendo desde 2014 después de haber sido desplazados por violencia.
Housaam es un niño de 12 años que tiene diabetes tipo 1. Su deporte favorito es el futbol y lo juega con su hermano cerca de la tienda de campaña donde vive en el campo de refugiados de Aarsal, en Líbano.
