Como muchos otros, lo acepto: desconocía la existencia de otros candidatos a la presidencia de Estados Unidos aparte de Hillary Clinton y Donald Trump. Los que importan, pues. Fue hasta que, algún día zappeando, por mera coincidencia, me topé con que un tipo llamado Gary Johnson existía; que era político, pertenecía a las filas de algo llamado Partido Libertario y que, como los demócratas y republicanos, también estaba en la contienda con rumbo a la Casa Blanca.

“¿Qué es Alepo?”, contestó Gary cuando le cuestionaron sobre la crisis de refugiados que ocurre en Siria. Su interlocutor pensó —al principio— que se trataba de alguna broma… después cayó en cuenta que Johnson no tenía ni idea sobre el tema. Más allá de la pifia, lo que me sorprendió es que existiera alguna alternativa a los candidatos de los grandes partidos. Aunque, lamentablemente, aun no existe una alternativa real.

De acuerdo con algunos expertos, los estadounidenses creen necesaria la existencia de un gran tercer partido, de una gran tercer alternativa, aunque las preferencias siguen repartiéndose entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano. Se espera que para los comicios del próximo 8 de noviembre, los otros, los candidatos que no tienen chance alguno de ganar, se queden con al menos 10% de los votos.

Este avance, aunque podría sonar irrisorio, sería bastante significativo, ya que en el proceso electoral de hace cuatro años sólo fueron capaces de agrupar 1% de las preferencias. Por ejemplo, el buen Gary Johnson, quien fuese gobernador de Nuevo México, también participó en las elecciones presidenciales de 2012, obteniendo un apoyo ínfimo en su intento por llegar a la Casa Blanca.

De entre los candidatos que necesitarían rezarle a San Charbel, San Martín Choloyo y Santa Magdalena Chasmedas para llegar a la Presidencia de Estados Unidos, el que pintaba con más opciones era el mismo Gary Johnson. Parecía la gran alternativa ante Trump y Clinton por su propuesta conservadora en lo económico y liberal en lo social, como su defensa de la libertad individual y la legalización de las drogas. ¿El problema? El tropezón que tuvo al preguntar qué era Alepo le pasó cuenta. Llegó a tener hasta 11% de estimación de voto a nivel nacional.

Jill Stein es otra de las candidatas, aunque no es la más fuerte, ni siquiera para ser la tercera en la línea. Se espera que logré un apoyo menor al 2% a nivel nacional. Representa al Partido Verde y también fue la candidata de su partido en 2012. La candidata de 66 años ha sido especialmente crítica con los aspirantes presidenciales de los dos partidos grandes: llamó al empresario Donald Trump un “proto-fascista“, mientras que a Hillary Clinton tampoco se la dejó barata: la calificó como “reina de corrupción“.

De acuerdo con David J. Gillespie, profesor de ciencias políticas del College of Charleston, más allá de los errores y las pifias que hayan tenido los terceros partidos, su fracaso en las elecciones se debe al sistema electoral estadounidense, que se vende como bipartidista, cuando realmente es un duopolio. Por ejemplo, hay algunas limitaciones absurdas como no aparecer en las boletas electorales de todos los estados o tener prohibida la participación en los debates por no juntar 15% de la intención de voto.

Según la apreciación que el experto compartió con El Universal, la ausencia de los demás candidatos en los debates presidenciales es entendida por los electores como ‘tirar su voto a la basura’ en caso de decantarse por una de las alternativas al bipartidismo. Desde 1864, sólo tres candidatos independientes o de terceros partidos, han logrado superar el 15% de los votos del día de la elección.

¿CANDIDATOS ARRUINADORES?

Haciendo un paralelismo con la última elección en México, para algunos, los candidatos independientes o de partidos que obviamente no tienen muchas oportunidades (para no decir ninguna) de vencer en la carrera presidencial, podrían arruinarle las elecciones a los que pelean la punta. Según los expertos, en este caso, votar por Gary Johnson perjudicaría a Donald Trump, mientras que un sufragio por Jill Stein impactaría a Hillary Clinton.

A la escena sale Evan McMullin, un exespía de la CIA que es apoyado férreamente por el gran movimiento antiTrump en Utah, uno de los estados más republicanos y bastión de la comunidad mormona. Al parecer el desconocido e independiente candidato podría ganar los 6 votos electorales que brinda su estado, privando a Hillary y a Trump de ese botín. ¿Ustedes qué opinan? ¿Alguno de estos candidatos influirá en la carrera presidencial?

Obviamente Trump no se ha quedado callado al respecto e indicó que McMullin no es sino una ‘marioneta‘ manejada por Bill Kristol, editor del diario The Weekly Standard, un republicano volcado totalmente en contra del empresario neoyorkino.

FOTO: GETTY IMAGES

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