En México, hay al menos 35 mil cuerpos que todavía no se han identificado, es decir, 35 mil muertes que no se han siquiera investigado. En Guerrero, ocupan una patrulla por cada siete elementos. En Hidalgo, solamente tienen un laboratorio especializado. En Nayarit, los criminólogos trabajan nada más con un refrigerador. Así es #MatarEnMéxico: impunidad garantizada.

Conoce a Karen

Karen trabaja en un laboratorio de los Servicios Periciales de la Fiscalía del Estado de Nayarit. Su trabajo principal es estudiar el ADN de las personas asesinadas para —si se puede— averiguar sus nombres. Karen es una joven especialista en química que desde hace un año no ha podido estudiar ni una sola muestra. En su laboratorio solamente funciona un refirgerador, y de los normalitos. 

“Aquí lo único que por el momento se hace es tomar muestras, ya sea de familiares (de desaparecidos) o de las osamentas que se han estado encontrado”, le cuenta Karen a los reporteros de Animal Político. Esas muestras terminan en su refrigerador. La química dice que resguarda “entre 500 y 600 muestras genéticas”, pero si hay un apagón o el refri deja de funcionar: adiós muestras, adiós posibilidad de investigar y adiós cualquier intento de identificación. 

Todavía no ha podido analizar ninguna.

En los primeros dos meses de 2018, llegaron 41 muestras no identificadas al refrigerador de Karen. A unos metros, sobre su mesa de trabajo, está el fémur de otra víctima no identificada. El cuerpo, como todos los otros, apareció en una fosa clandestina.

Si Karen —que no se llama así— tomara una muestra de ese fémur la tendría que pasar a un secuenciador de ADN, pero tiene un problema: hace un año que no sirve. Si ser policía de investigación mexicano es completamente distinto que Law & Order, no se imaginan lo lejos que nos queda C.S.I.

En el caso de que el aparato funcionara, de todas formas no podría hacer nada. Este estudio necesita sustancias químicas para realizarse, solamente que las que tiene en su laboratorio caducaron antes que se descompusiera la máquina. Por eso, su rutina diaria es tomar las muestras, introducirlas en un recipiente plástico y luego meterlas al refrigerador. Hasta ahí llega la identificación de víctimas. 

Los Servicios Periciales en Nayarit carecen de prácticamente todo, confiesa Gerardo Santana, el director del área. Santana denuncia que se gastaron el presupuesto en “compras ficticias”.

Cuando sí compraron, detalla Santana, gastaron en equipos especializados que nunca se pusieron en funcionamiento. Nada más uno de ellos, costó 17 millones de pesos. Nunca se conectó a la luz.

¿Y el resto del país?

La historia de Karen y los Servicios Periciales de Nayarit no es una excepción. En realidad, es sólo un ejemplo de lo que se vive en prácticamente todas los estados del país.

De acuerdo al INEGI, 20 estados no tienen un banco de información de residuos biológicos. Estos residuos, se recuperan de las escenas del crimen. Sin ellos, es imposible rastrear a las personas, sin importar si son víctimas o victimarios.

En otras siete entidades no tienen un banco de perfiles genéticos. Entonces, no pueden identificar a los cuerpos ni para compararlos con los reportes de desaparecidos. Ya ni siquiera pensar en investigar los rastros de ADN que dejan los criminales.

Hay 11 estados más que no tienen activo el sistema de identificación de cadáveres que se llama AM/PM (Ante Mortem/Post Mortem). Ese sistema lo compró el gobierno hace cinco años. Otros tres estados no operan con bases de datos para analizar armas. 

En 21 estados de la República, no está listo el Sistema Integrado de Información Balística, un sistema que rastrea armas implicadas en otros delitos. Esa tecnología lleva 6 años desde que la compraron.

*¿Quieres leer el reportaje completo? Échale un ojo a la investigación de Animal Político por acá.

#MatarEnMexico: impunidad garantizada

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