En 1997 Richard Lee Norris sufrió un terrible accidente con una escopeta que le voló la quijada, la nariz, los labios y parte de los dientes y le lengua. Después de más de quince años oscuros, se sometió al trasplante de cara más extenso de la historia para recuperar su vida.

Después del desafortunado accidente que desfiguró gran parte de su cara, Richard se convirtió en un ermitaño. Para realizar sus compras, solía salir por las noches con una máscara. Las calles eran una pesadilla para él, a cada paso temía ser observado y señalado. Así, bajo los signos de la depresión, la adicción a las drogas y la soledad, Norris consideró seriamente el suicidio.

Richard Norris con el Dr Eduardo Rodríguez

Para sobreponerse a esa pesadilla, decidió someterse a una extensa cirugía que sólo tenía el 50% de posibilidades de ser exitosa. El Dr. Eduardo Rodríguez del Centro Médico de la Universidad de Maryland, EUA, había realizado ya múltiples cirugías plásticas sobre el rostro de Richard, pero admitió que partes como la nariz o los labios eran demasiado difíciles de reconstruir. Por ello, propuso a su paciente el trasplante de cara.

 Hasta ahora se han realizado 27 trasplantes de cara en todo el mundo. El primero fue un trasplante parcial en Francia, para una mujer que fue mordida por un perro. De los 27 pacientes que se han sometido a este procedimiento, cuatro fallecieron en la mesa de operaciones y el resto deben enfrentar toda una vida tomando inmunosupresores.

 No obstante, para Richard la decisión estaba tomada. Sin dudarlo, asumió el riesgo con la esperanza de obtener los beneficios que esta cirugía le prometía. Después de horas y horas en la sala de operación, el trasplante de cara fue todo un éxito. “Por fin puedo reconocerme en el espejo”, declaró Richard.

   Richard Norris 3

A sus 38 años, el paciente recuperó su vida. Actualmente estudia en línea una carrera en Sistemas Informáticos y prepara un libro junto a un fotoperiodista titulado “Los dos rostros de Richard”, el cual pretende inspirar a los lectores con la impresionante historia de vida de su autor.

No obstante, según especifica el Dr. Rodríguez, aún existen riesgos que no pueden ser olvidados. Además de que el paciente debe llevar una vida entera tomando medicamentos, debe enfrentarse a posibles efectos fisiológicos y psicológicos. Por ejemplo, Richard puede sufrir un trauma importante por el desconocimiento de su propio rostro. Por otro lado, los trasplantes de este tipo no son permanentes. Los efectos de la cirugía pueden durar entre veinte y treinta años y siempre existe el riesgo latente de que su cuerpo rechace su nueva cara.

Como sea, Richard afronta los riesgos con una actitud positiva. Gracias a los esfuerzos del Dr. Rodríguez y su equipo, se ha convertido en una persona extrovertida y sociable. Ahora disfruta con las actividades al aire libre y la convivencia con sus seres queridos. “Mis amigos siguieron su vida durante estos quince años, es hora de que yo haga lo mismo”, afirmó Richard.

Richard Norris 1

 

*Vía Daily Mail

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