Muchos están en contra del golf, lo tachan de aburrido más si lo narra John Sutcliffe o cosas por el estilo. Pero también tiene su lado bueno y curioso. Existen muchos casos de tiros que parecen imposibles, de difícil manufactura que a como dé lugar tienen que llegar a su destino.

Comencemos con algo que sucedió este fin de semana, el involucrado, Sergio García. Después de dos tiros al agua en el Arnold Palmer Invitational de Bay Hill, sucedió algo terrible, en el hoyo 10, la fortuna le jugó una mala pasada nuevamente, su pelota quedó en un árbol y ya harto de dejar malas pelotas, no tuvo opción, más que hacer lo siguiente:

Al parecer esto pasa muy a menudo, ya le sucedió a Rory McIlroy, ya que en el Oceans Course, dejó una pelota en otro arbolito, pero lo asombroso de esto es que, a pesar de la penalización por bajarla, logró colgarse un par en la pizarra.

Otro que logró salvar el par de increíble manera fue Nicholas Thompson, que con sus patitas dentro del agua y la pelota a la orilla del lago, dejó la bola a menos de 10 centímetros, para después embocarla aún descalzo. Esto es profesionalismo y no jaladas:

Son historias que no pasan muy a menudo, pero que cuando las vemos esto deja de ser aburrido -como dicen algunos- y pasa a ser algo digno de admirar. Seguro estos hombres se divierten mucho cuando hacen este tipo de cosas, no cualquiera se sube a un árbol o se mete al agua para salvar su chamba.

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