“Dicen q ninguna mujer es fea viéndola por donde mea, pero tú hasta por donde cagas mamasita, hechame los pedos en la cara q quiero morir jediondo (sic)”, “a casa….. y ver estas putifotos tuyas Jimena, ya parale no crees?? ya mejor saca el video xxx, no seas mala persona…Sabes con lo que sueño? Pues que me tires unos Pedos en la cara, te lo juro que me enamoro con eso!!!! #teamoputita, <3 (sic)”, “Chingada madre! Ya encuerate y muestra el chimuelo culoncita preciosa! (sic)”.

Estos son apenas algunos de los comentarios que aparecen en la página de Facebook de la conductora de televisión Jimena Sánchez. Estos son apenas tres de otros muchos que aparecen diariamente —sin ton ni son— en cada una de sus publicaciones en la red social. El fenómeno se replica y extiende en su cuenta de Twitter y de Instagram. “Algún día voy a cercenar tu cuerpo pecaminoso, voy a deshacerme de tu presencia de este mundo”, la amenaza un tuitero.

La periodista Marion Reimers y la conductora Verónica Rodríguez, ambas colaboradoras de la cadena Fox Sports, donde también labora Sánchez, han encontrado un patrón similar en sus redes sociales: se les cuestionan sus conocimientos sobre deportes, se les califica como “putas” o “pendejas”, se les sobaja por la manera en que se visten y se les descalifica por el simple hecho de ser mujeres. Más allá de que estas expresiones puedan considerar como chistes u ocurrencias, ayudan a normalizar un discurso de odio.

De acuerdo con el periodista Jenaro Villamil, los discursos de odio no se limitan a sus expresiones más visibles y estremecedoras como el homicidio, la agresión sexual o discriminación explícita; sino que se refleja en las acciones que minimizan, justifican y celebran la violencia verbal o física contra quienes por su “condición de género, religión, clase social, pigmentación de piel u orientación sexual” son considerados merecedores de ser violentados.

 

Las agresiones que han sufrido las comunicadoras en redes sociales, como otras tantas mujeres, no pueden ser una broma en un país en el que desde 2012 han sido asesinadas más de 10 mil mujeres, como indica la más reciente investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, y en el cual 42% del total de sus mujeres (unidas, solteras, separadas y viudas) han sufrido alguna forma de violencia de pareja alguna vez en su vida. Por eso y más, junto a la organización Versus, las conductoras lanzaron una campaña con la cual buscan combatir la discriminación de género, clase y raza, además de mejorar los contenidos en el periodismo deportivo.

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Miles de mujeres son víctimas de abuso y violencia en línea, por el simple hecho de ser mujeres. Muchas, como nosotras, somos objeto de estas agresiones por hablar de deportes porque “no nos corresponde”. Nuestro aspecto físico no debería ser motivo de violencia y discriminación. Ejercer nuestra profesión, tampoco

Normalizando la violencia contra las mujeres

Teresa Incháustegui, directora del Instituto Nacional de las Mujeres, declaró después de la agresión contra la senadora Ana Gabriela Guevara que aunque mucha gente pudiera ver como una broma los mensajes repulsivos que se esgrimían contra la medallista olímpica, seguirle el juego a los promotores de las tendencias lascivas, como han hecho varios usuarios —autodenominados poetas— en las redes sociales de las conductoras, se convierte “en algo que legitima los fenómenos”.

De acuerdo con la académica Estefanía Vela, la violencia, de inicio, es condenada por la sociedad, pero cuando los blancos de las agresiones son  las mujeres, esta es tolerada, minimizada y hasta ocultada por la población. Según la especialista, hay cuatro objeciones comunes que se argumentan para cerrar los ojos ante la violencia de género:

1. Se pone en duda si lo denunciado por la víctima realmente sucedió, o es más bien inventado (para ejemplificar esta situación, se expone como evidencia el caso de la periodista Andrea Noel).

2. En caso de que se tenga certeza de que haya sucedido la agresión, se decide no considerarlo como “violencia” (en este caso se podrían identificar las agresiones contra Jimena Sánchez, Marion Reimers y Verónica Rodríguez, cuyos poetas virtuales aseguran sólo están piropeando. Es decir, se transformar el acoso sexual en un cumplido).

3. En los casos tipificados como violencia de género, responsabilizar a las víctimas (“traía muy corta la falda”, “los estaba provocando, es su culpa”, “es que le estaba dando entrada”, “¡de qué se quejan, si son bien putas!”).

4. Cuando existe violencia, es catalogada como grave; pero se compara con otros eventos igualmente o más importantes (“¡Si no son las únicas víctimas! ¡Los hombres también sufren violencia!”).

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