Una noche de marzo de 1945, dos mujeres luchaban contra los soldados que irrumpieron en su casa y trataron de arrastrarla escaleras arriba para violarlas.  El escenario: la Alemania de la Segunda Guerra Mundial. El forcejeo y la casualidad les permitieron escapar, aunque miles de mujeres durante la misma época en aquella caótica región no corrieron con tanta suerte.

Los primeros sospechosos en venir a la cabeza son los nazis. Error: se trata de la Berlín ocupada por los Aliados, avanzando certeros para poner fin definitivo a los esfuerzos de las tropas de Hitler. Los siguientes en la lista: los soviéticos. Error, se trata de la fracción ocupada por Estados Unidos. Los únicos restantes: los militares americanos. Esta vez damos en el clavo.

La historia de Katherine W. y su hija de 18 años, Charlotte, que aquella noche lograron escapar de sus violadores en uno de los más fuertes estados de excepción registrados en la historia, es documentada por Miriam Gebhardt (famosa por su biografía de la líder feminista Alice Schwarzer) en un volumen reciente con el que busca poner en duda la clásica imagen de la Greatest Generation libertadora de la Europa asolada por los nazis.

El trabajo, publicado a principios del año, escarba en un aspecto de la guerra poco abordado en las narraciones maniqueas de las que están llenos los libros de texto y el cine: las violaciones que sufrieron las mujeres alemanas en manos de los soldados de los ejércitos de las cuatro naciones vencedoras de la guerra.

Entre ellas las cifras generadas por los soldados estadounidenses no sólo parecen alarmantes sino inesperadas a la luz de la historia oficial: de acuerdo con los cálculos de la historiadora, estos hombres fueron responsables de la violación de al menos 190 mil mujeres alemanas desde 1945 y hasta 1955, cuando el occidente de la región por fin recuperó su soberanía. La mayoría de estos ataques tuvieron lugar durante los primeros meses transcurridos tras el arribo de un millón 600 mil soldados estadounidenses que a la postre pisarían el territorio alemán.

La investigación se vale en gran medida de los reportes realizados nada menos que por el clero. Durante la estancia estadounidense en Alemania, el arzobispo de Múnich y Frisinga pidió a los sacerdotes llevar un registro puntual sobre las actividades de los ejércitos extranjeros en la región y sus efectos sobre las comunidades. Recientemente, muchos de estos documentos fueron publicados.

Michael Merxmüller, un sacerdote en el pueblo de Ramsau, cerca de Berchtesgaden, registró el 20 de julio de 1945 “ocho niñas y mujeres violadas, algunas de ellas en presencia de sus padres”. Por otro lado, el 25 del mismo mes, el padre Andreas Weingand de un pueblo al norte de Múnich escribía “lo más triste durante su paso fueron las violaciones de tres mujeres: una casada, una soltera, y una niña virgen de 16 años y medio. Todos cometidos por soldados americanos fuertemente embriagados”.

El padre Alois Schiml de Moosburg escribió el 1 de agosto de 1945: “Por orden del gobierno militar, una lista de todos los residentes y sus edades debe ser clavada en la puerta de cada casa. Los resultados de este decreto no son difíciles de imaginar […] 17 niñas y mujeres […] fueron llevadas al hospital, después de haber sido objeto de abusos sexuales una o varias veces “.

La víctima más pequeña registrada en estos documentos es una pequeña de siete años, la mayor, una mujer de 69.

Los reporte llevaron a la investigadora a comparar el comportamiento del ejército de Estados Unidos con los excesos cometidos por la Unión Soviética en la región oriental del país. Las acciones atroces y las violaciones de derecho que hicieron famoso al Ejército Rojo no son muy diferentes de las que Estados Unidos realizara en su lado occidental. La propaganda estadounidense promovió la idea de que las mujeres alemanas se sentían atraídas por las tropas americanas, lo que sirvió como argumento machista para los excesos.

Los crímenes de guerra que el ejército estadounidense ha realizado en países de medio oriente, revelados por las filtraciones de Chelsea Manning en WikiLeaks, entre otros, han llevado a la comunidad académica a excavar en el material documental de viejos conflictos. Los resultados sobre la Segunda Guerra Mundial son escalofriantes: las tropas estadounidenses en Europa fueron responsables del saqueo de iglesias, asesinatos de civiles italianos y de prisioneros de guerra alemanes, así como de incontables violaciones en Alemania y Francia.

No obstante, los textos y testimonios que evidencian aquellos excesos parecen ser la excepción a la regla en un mar de alabanzas sobre el ejército estadounidense en la Europa liberada. Incluso los reportes clericales parecen ser, en su mayoría, positivos. Siendo así, ¿cómo llegó Gebhardt al impresionante número de 190 mil violaciones?

En realidad, tan número no es el resultado de una profunda investigación de archivos alemanes y americanos, sino una proyección arriesgada. La historiadora supone que el 5% de los “niños de la guerra” nacidos de mujeres no casadas en Alemania y Berlín Occidentales a mediados de la década de 1950 fueron el producto de una violación, lo que da un total de mil 900 niños de padres estadounidenses. Además, asume que por cada nacimiento cabe suponer cien violaciones, lo que conduce a calcular 190 mil casos.

Este total, dicen otros, no parece plausible. De ser cierto, existirían muchos más documentos al respecto por parte de testigos, instituciones de salud y otros. Robert Lilly, profesor de criminología de Estados Unidos calcula, por su parte, 11 mil agresiones sexuales realizadas por estadounidenses tan sólo en noviembre de 1945, número menor aunque indignante y alarmante por sí mismo.

Con todo, la investigadora apunta de manera correcta e incontestable un punto: durante demasiado tiempo, la investigación histórica ha respaldado la idea de que la mayoría de las mujeres consintieron el sexo con soldados estadounidenses durante su estancia en Alemania y Francia.

Un hotelero reportó el 31 de mayo de 1945 múltiples habitaciones ocupadas por soldados estadounidenses de las que salían desnudas y humilladas al menos cuatros mujeres alemanas, obligadas a tener sexo con varios o con todos. ¿Era este sexo realmente consentido?

Aunque resulta improbable que los soldados estadounidenses cometieran 190 mil delitos sexuales durante su estancia en Europa tras la guerra, no deja de ser cierto que la violación era un lamentable fenómeno de masas durante aquel periodo en la región. “Sobre esto no hay memoria, no hay reconocimiento público y mucho menos se ha ofrecido una disculpa”, señala Gebhardt. Hoy, 70 años después de aquél oscuro episodio, no parece que este olvido llegue a ser atendido muy pronto.

@plumasatomicas

Vía: Der Spiegel

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