Ya vamos en la recta final de Cumbre Tajín, ya pasamos por la etapa de sabrosura, la etapa de psicodelia, la alternativa y ayer nos tocó una intensa y un tanto decadente noche de música electrónica. Desde temprano las camisas abiertas, las playeras sin mangas, los círculos de gente tomando selfies, las gorras con leyendas como “Sorry Mom”, “Let’s Get Wasted” y -nuestra favorita- “Macho Alfa”, llenaban cada rincón del paisaje. Ya podíamos intuir que iba a ser una noche mágica.

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Para iniciar el ciclo musical del domingo tuvimos a Compass, proyecto de Toy Selectah y Camilo Lara, formalmente conocido como el Instituto Mexicano del Sonido, dos músico que han hecho mucho ruido en nuestro país desde hace bastante tiempo ya. El sonido contundente y tropicalizado de ambos productores es evidente dentro del proyecto, y es muy claro que los dos tienen gran experiencia en eso de “prender a la banda”. El set que diseñaron se siente planeado y en general existe una sensación de que el espectáculo crece. El problema es que este nuevo proyecto en conjunto aún se siente inmaduro, hay momentos dentro del acto que resultan anticlimáticos, se escucharon muchas transiciones deficientes y las acciones sobre el escenario de la corista, el “percusionista” y el MC que acompañan al dúo, por momentos se sienten tensas y poco fluidas.

De cualquier forma es claro que el proyecto aún da mucho de sí, la mezcla de DJ set, sonidero y fiesta de quince años es algo que a todos nos puede hacer mover los pies y sacar un sonrisa.

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Con los oídos cansados de tanto bass drop, pero con las piernas deseosas de más bass drop, continuamos con Baauer, a quién seguro recuerdan por haber musicalizado la inesperada, incomprensible y fugaz moda de internet llamada Harlem Shake. Bueno, pues el muchacho no sólo ha hecho eso en su vida, a pesar de sólo tener un EP -y varios sencillos- en su carrera, como todo buen productor de menos de 26 años le ha estado dando la vuelta al mundo con su DJ set que se enfoca especialmente en el trap.

Si tenemos que decir algo bueno de este acto es que se escucha sumamente trabajado. A diferencia de sus antecesores, sus transiciones suenan muy bien ensayadas y/o programadas, su ecualización es realmente clara y la lista de tracks que incorpora es bastante larga, pues aún cuando su aparición fue de casi hora y media, ninguna pieza -ni siquiera Harlem Shake- dura sonando más de dos minutos. Esto le da mucho movimiento al acto, aunque a pesar de eso el set suena algo monocromático.

Algo que comenzamos a notar aquí fue que a pesar del buen balance que tenía la mezcla de Baauer, la diferencia de volúmenes entre su acto y el de Compass era muy evidente, al principio pensamos que quizá sólo era nuestra percepción o el lugar al que nos habíamos movido, pero conforme avanzó la noche nos dimos cuenta de que no era así.

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El acto que la mayoría de nosotros estábamos esperando era el de 2ManyDJs, el cual realmente no nos decepcionó, pero si nos dejó con un sabor raro de boca. La eclecticidad, la construcción de momentos, ademas del trabajo de producción son los puntos por los que los hermanos Dewaele se llevan la noche. Nuestras únicas quejas son por cosas que quizá no tiene que ver tanto con ellos; la inconsistencia del volumen se volvió a hacer presente, el set de los belgas por momentos sonaba más bajo que el de Baauer. Otra cosa que no nos dejó muy contentos con los actos que vimos ayer fue la falta de trabajo en los visuales, sobre todo después de la cátedra que dieron los Flaming Lips en ese departamento.

Estamos de acuerdo que en un concierto la música es lo más importante, pero cuando no tienes a una banda ejecutando, moviéndose, atrapando tu atención, un poco de entretenimiento para los ojos es indispensable. Pero bueno, les perdonamos todo porque en realidad nos dieron un gran set y tuvieron el detallazo de incluir canciones de Timbiriche y Maria Daniela en su presentación.

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Para el momento en el que esperábamos por Alesso ya llevábamos cuatro horas sintiendo los beats retumbar en nuestro pecho, habíamos escuchado a la gente gritarle a los staffs “eeeeeeh puto” como unas 15 veces y realmente no creímos que la noche fuera a cambiar mucho, pero cuando comenzó el show estelar, entendimos por qué el productor sueco de 23 años estaba a la cabeza del cartel. Para empezar, la animación que se transmitía en las pantallas dejó muy por debajo a las de todos los demás actos, las explosiones de fuego y humo -aún cuando lo vimos la noche anterior con Macklemore- siempre resultan impresionante, el juego de pantallas que tiene frente a él ayudan a volverlo todo más grande y vistoso, además de que fue el único de los cuatro actos del domingo que llevó ingeniero de luces, al menos fue el único que lo lució.

Todas esas cosas pueden parecer frivolidades, pero bueno, estamos hablando de EDM, un género donde la ejecución es casi nula y por lo cual la atención tiene que estar vertida en el espectáculo, en la estructura del show y en que la calidad del sonido sea impecable y contundente. Hablando de eso ¿qué rayos con los decibeles que generó Alesso? aquí la diferencia de volúmenes con el resto de los actos se volvió abismal. Todo sonaba absurda, demencialmente fuerte. Quien sea que le haya masterizado su secuencias seguro recibió la orden de que las canciones tenían que ser capaces de destruir paredes. Sea como sea, nos parezca justificable o alguna especie de “artimaña” todo lo que sumó Alesso a su show, definitivamente funcionó y dejó la gente extasiada y pidiendo más.

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Fotos: Rodrigo Jardón

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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