Qué tan dura estará la cuesta de enero que ni los sueldazos que reciben nuestros legisladores son suficientes para hacerle frente. Eso es lo que nos dejan ver estos dos estoicos personajes de nuestra fauna política que, por más que intentan “apretarse el cinturón”, nomás no pueden.

El primer ejemplo lo encontramos en la fina diputada federal por el PRI, Susana Corella. Ella tiene que estirar su gasto para alcanzar a cubrir todas las necesidades que implica su honorable cargo, principalmente el transporte. Cuestionada por una reportera sobre la posibilidad de perder algunos de sus muchos beneficios, la legisladora (que por cierto se embolsó en diciembre pasado medio millón de pesos entre aguinaldo y atascados “moches”) negó contar con algún tipo de privilegio: “pues no sé qué beneficios, a nosotros no nos dan vales de gasolina, nosotros pagamos nuestro traslado”.

Además señaló que, aunque se va en Metro, la pobre no consigue que le rindan los más de 150 mil pesos mensuales que recibe. Tan canija es su situación que tuvo que confesar que su marido es quien le completa el gasto. Bueno, muy triste su caso, pero ¿está dispuesta a devolver parte de lo que se (tranza) gana con el sudor de su curul?

“¿Qué, qué voy a regresar?, No te estoy diciendo que no me alcanza, no me alcanza, me ponen dinero”.

Si a ella, que recibe ayuda del marido, no le alcanza… imaginen cómo la sufre el senador panista, Javier Lozano. Él comentó que si le rebajan algo de sus 157 mil pesos que recibe mensualmente como sueldo, se tendría de ver en la necesidad de dedicarse a otra cosa. Robar, tal vez ¿Pues qué eso no es lo que hacen los políticos nacionales?

“No, porque yo vivo de esto. Esa demagogia de decir: ‘Con mucho gusto doy la mitad de mi salario…’. Y luego, ¿a robar o qué?”

Lo anterior fue dicho por el hombre que, como secretario del Trabajo en tiempos calderonistas, le dio visto bueno a bajar el switch a Luz y Fuerza del Centro. Esto a la inocente pregunta de si estaría de acuerdo en disminuir su salario. Aunque sea 10%. Pero que vean que sí es austero, le podrían quitar vales de gasolina o seguro de gastos médicos.

Pues qué prefieren: ¿seguirles pagando privilegios y sueldos de primer mundo o tenerlos en la calle robando (más)?

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