Nada que ver –en lo más mínimo– con el (des)control de armas en Estados Unidos. Lo que la noche del domingo sucedió en Las Vegas, se queda en Las Vegas: fue producto de un demente que, nomás porque sí, desde el piso 32 de un hotel abrió fuego contra una multitud que tranquilamente se encontraba disfrutando de un concierto al aire libre. Era un hombre “muy, muy enfermo” señaló el presidente Donald Trump. Y sí, nadie dudaría que Stephen Paddock era un hombre no muy cuerdo… pero que alguien en su estado haya tenido acceso al armamento que le fue encontrado, habla de que existe un problemita que deben resolver las autoridades estadounidenses. Pero no ahorita.

 

Mientras se dirigía a Puerto Rico –territorio no incorporado estadounidense devastado por el huracán María, al que después de varios días se digna a visitar– Trump habló con los reporteros, refiriéndose al tiroteo como un caso aislado: “un demente” al cual “estamos analizando muy seriamente”. ¿Y –ahora sí– se discutirá la Segunda Enmienda (con la cual los gringos compran armas como si fueran chicles)? “Vamos a hablar de las leyes de armas de fuego con el paso del tiempo”, señaló el republicano.

Aunque hechos como el sucedido en Las Vegas ponen en evidencia la necesidad de regular el uso de armas y esto es reclamado por un sector de la población en Estados Unidos, al más puro estilo de político mexicano, la vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee, señaló que ahorita no es momento de eso. Lo que le corresponde a medios, población y gobierno, es estar unidos… esperando que a alguien más se le bote la canica y comiencen de nuevo los plomazos. “Hay un momento y un lugar para el debate político, pero ahora es el momento de unirnos como país”, señaló Huckabee, cuestionando la prudencia de meter el debate sobre control de armas… después de todo, “no conocemos todos los hechos”.

 

Por otra parte, aunque ISIS se adjudicó el mortífero ataque, ya que Paddock se convirtió al Islam dos meses antes, en el mensaje que Trump ofreció luego de los hechos, evitó hablar de “terrorismo”. En lugar de eso, calificó el tiroteo en el que 59 personas perdieron la vida y más de 500 resultaron heridas como “un acto de maldad”. Pero hasta ahí. Ya luego el FBI se encargó de apoyar al presidente, apuntando que no se encontraron elementos que confirmaran la responsabilidad del Estado Islámico. “Nuestra unidad no puede ser destruida por el mal, nuestros lazos no pueden ser rotos por la violencia”, señaló el presidente.

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