Este viernes es un día muy especial para miles de glúteos infantiles —Hola, señor FBI— en Sinaloa. El congreso del estado norteño acaba de tomar una tremenda medida al aprobar por unanimidad una nueva “Ley Anti-Chancla” que, como su nombre lo indica, busca detener de una vez por todas el castigo corporal como medida disciplinaria.

Eso sí, aunque está bautizada gracias al arma de destrucción favorita de la madre mexicana, el calzado no es el único interés de esta nueva “Ley Anti-Chancla”. De acuerdo con la nueva legislación, también quedarían prohibidos los pellizcos, los zapes, las patadas, los empujones, los ganchos al hígado, las quebradoras, hurracarranas y cualquier otra clase de agresión física que se les pudiera ocurrir.

La nueva legislación se aprobó de manera unánime y es una propuesta de la Comisión de Equidad, Género y Familia. Esta nueva ley es una reforma a la fracción VIII del artículo 83 de la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Sinaloa.

Para que se den una idea, el nuevo código en Sinaloa quedó así: “Abstenerse de cualquier atentado contra su integridad física, psicológica o actos que menoscaben su desarrollo integral; así como de ejercer cualquier tipo de violencia en su contra, en particular el castigo corporal. El ejercicio de su patria potestad, tutela o guarda y custodia no podrá ser justificación para incumplir la obligación prevista en la presente fracción”.

Aunque tiene un nombre chusco, la verdad es que trata un tema bastante de vital importancia.

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Maltrato Infantil // Foto: Shutterstock

Los especialistas en desarrollo infantil —y cualquiera que tenga rastros de TEPT por tirar la leche— afirman que la violencia familiar no se justifica en ningún caso… ni siquiera como una forma de educación, formación o medida disciplinaria: es un ataque a su dignidad humana y a su integridad personal.

En una entrevista con El Universal, Rafaela Tarín, una psicoterapeuta infantil señala que los castigos corporales en los niños suele “generar huellas” en los hijos que después terminarán minando su desarrollo en dos extremos: pueden terminar en comportamientos violentos —replicando lo visto en casa— o una inhibición generalizada de su personalidad. “Hay que dejar que los niños aprendan de su experiencia, en medida que esto no represente un peligro para ellos y establecerles límites claros de consecuencias que no impliquen el contacto físico”, señala.

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Soy Max Carranza y me he pasado la vida rodeado de memes, cultura digital y bastantes horas frente a las pantallas. En el camino me encontré la pasión por abordar los temas sociales más urgentes e intentar...

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