En México comemos chapulines, en Perú comen gatos y en Japón, calamares con salsa de soya… ¡salsa de soya! Ah, sí… están vivos… ¡Vivos!

En la región de Hokkaido, al norte de Japón, existen restaurantes famosos por sus deliciosas hamburguesas y platos de calamares fritos. Hay, sin embargo, otra clase de restaurantes bastante populares entre los turistas: los que sirven el famoso “calamar bailarín” con arroz, también conocido como el platillo más asqueroso del mundo Katsu Ika Odori-don.

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Debes llegar con un apetito muy especial a esta clase de restaurantes, que se anuncian principalmente en la avenida Donburi con posters de calamares vivos sobre platos. Si decides quedarte, serás conducido por un mesero hasta tu mesa, él te verá a la cara con una mirada cómplice de “Sé a qué viniste, baby” y te ofrecerá sin tapujos un calamar vivo. Probablemente no entiendas nada de lo que diga y por eso (y sólo por eso) decidas quedarte, asintiendo tímidamente con la cabeza.

Si ya pasaste por todo eso y sigues ahí, el mesero se dirigirá a una pecera con calamares, sacará uno con sus propias manos, le cortará la parte superior de la cabeza (porque claramente esa es la forma correcta de comerse un calamar vivo) y lo pondrá sobre tu inocente arroz. Si tienes suerte, lo acompañará con hueva de salmón, con la esperanza de ese alocado color anaranjado haga todo más llevadero. Pero no, no lo hará.

El momento en que toda la escena comienza a parecer dirigida por Ridley Scott en ácidos será ese en que el mesero te diga “Ande, intente poner un poco de salsa de soya sobre el calamar” y sonría. Sí, va a sonreír, como tu esperanzada tía cuando te pide que pruebes su flemoso budín, pero a la décima potencia.

Cuando pongas esa maldita salsa de soya sobre el calamar, verás lo siguiente.

(Advertencia: el siguiente video puede resultar perturbador para algunos. Especialmente para los calamares.)

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Después de que todos los japos a tu alrededor aplaudan y tú quieras huir, el mesero cortará el calamar para ti. Así podrás deleitarte con los pedazos de calamar que, por cierto, se seguirán moviendo. Quizá esto te dé algo de esperanza y pienses “Hey, parece que esta animal se mueve en cualquier presentación… creo que lo comeré.” O quizá sólo te vayas y te unas a Greenpeace.

El precio de esta exquisitez ronda los mil 900 yenes, más o menos unos 19 dólares. Buen provecho.

PD: Si la experiencia del calamar te resulta demasiado loca, quizá debas probar el mucho más sensato pescado mitad vivo mitad frito. O quizá sólo debas llevar una amplia dotación de tacos de canasta la próxima vez que visites Asia… y a tu psiquiatra.

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Vía: Rocket News

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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