Sabemos que pagas tus impuestos con toda puntualidad y que tu relación con el fisco es aun mejor que la de Peña Nieto con las transnacionales petroleras. Lamentablemente, no podemos decir lo mismo de las grandes empresas que, gracias a los estímulos fiscales, impuestos especiales y beneficios tributarios, en 2012 lograron evitar pagos a Hacienda estimados en 769 mil 448 millones de pesos, es decir, el equivalente a la mitad de la recaudación total de ese año, que ascendió a un billón 516 mil 950 millones de pesos.

Este número debe sorprendernos, toda vez que representa la mitad de lo que el Estado recibe para pagar todos y cada uno de sus programas (educativos, sociales, de infraestructura, por nombrar algunos), así como el costo de cada una de nuestras excelsas y nada austeras instituciones. Aunque los datos son de 2012, nos dan una clara idea de lo que se condona y facilita a las grandes empresas año con año (tan solo en 2013, Hacienda perdonó 3 mil millones de pesos a Televisa) . En efecto, el equivalente a la mitad de la recaudación anual no solo financiaría con creces las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto, sino que podría establecer un fondo con recursos suficientes para cualquier adversidad que se presentara durante su aplicación.

Estos datos provienen de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), que, en su Informe del Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública de 2012, desglosa los efectos de los gastos fiscales. En este informe, la ASF refiere a un estudio de la OCDE sobre las debilidades fiscales de México. En este análisis, que data de 2011, la institución internacional concluye que la principal causa de la debilidad económica del país es “lo estrecho de su base tributaria” o, en otras palabras, su baja recaudación de impuestos. Tan sólo los gastos fiscales de la administración representan el 4% del PIB, lo que equivale a casi 20% de los ingresos gubernamentales observados.

Fue inspirada en estos resultados que la presente administración decidió impulsar una reforma hacendaria consistente en un aumentos de impuestos distribuidos de múltiples maneras, cuyos efectos, con seguridad, ya estás sintiendo al día de hoy. Con estas medidas, el gobierno federal espera “ensanchar su base tributaria”, y así financiar sus gastos. Sin embargo, el crecimiento estimado en la recaudación no es comparable con el 50% de los impuestos totales del país, que es lo que representan las facilidades de pagos y condonaciones ofrecidas a las grandes empresas, cuyos productos, por cierto, se encuentran gravados con los nuevos impuestos.

Para decirlo brevemente: el Estado ganaría mucho más cobrando los antiguos impuestos a las empresas que cobrando los nuevos impuestos a los contribuyentes comunes.

Según las conclusiones de la OCDE, presentadas en el informe de la ASF:

‘‘Además de las pérdidas de ingreso, los gastos fiscales complican el sistema impositivo, dejando un margen amplio para la planeación fiscal e incluso la evasión, como sucede en los casos de la declaración falsa de ingresos, que reciben tratamiento más favorable. La eliminación de gastos fiscales ineficientes ampliaría la base impositiva y simplificaría el sistema, haciéndolo más transparente y sencillo de administrar.’’

Sabemos que decir que el gobierno perdona una cantidad absurda de impuestos a las grandes empresas no representa información nueva y que, a estas alturas, parece una observación redundante. Sin embargo, conocer el impacto real en la recaudación que aquellas condonaciones implican resulta, si no sorprendente, bastante alarmante.

Concluyamos esta deprimente entrada puntualizando algunos de los campos en los que Hacienda dejó de recaudar en 2012: el gobierno calderonista dejó de percibir por recaudación fiscal 769 mil 448 millones de pesos; de ellos, 235 mil 177 correspondieron a IVA; 176 mil 890 a impuestos especiales; 143 mil 318 al ISR empresarial; 128 mil 786 al ISR a personas físicas; 73 mil 15 millones al IETU, y 12 mil 262 a estímulos fiscales.

Vía: La Jornada

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